Clash es más que una colección de joyería; creada para conciliar la dualidad, ha logrado, una vez más, amplificar los contrastes de manera exquisita, y por qué no, con un toque de rebeldía.
Podemos definir el término “Clash” como choque o confrontación. Pero, en el caso de Cartier, en realidad se trata de dualidad, de los opuestos que cohabitan en un mismo objeto.
Nada más cercano a la naturaleza humana. No somos blanco o negro; realmente somos ambas, con un sinfín de matices en medio. Pocas veces la joyería puede ser tan precisa cuando se desea expresar esta ambivalencia.
Por lo general, tendemos a elegir entre lo sofisticado y lo desenfadado; lo formal y lo casual. Cualquiera de estas elecciones excluye a la otra, sin cuestionarnos que quizá, la mejor opción, es elegir ambas.
Así de profunda es esta colección, la cual ha llevado hasta el límite estas interrogantes. No es cualquier joyería; es una perspectiva, e incluso, un experiencia. Por esta razón, sumergirse en el sentido de cada una de las piezas, implica entender el trasfondo de la dualidad, la cual se manifiesta en la geometría, el volumen y la selección de materiales.
Para el nacimiento de esta línea, presentada en 2019, tuvo que crearse desde cero, dando como resultado una fusión de contrastes que, si bien parecen contradictorios, realmente se equilibran.
¿Clásico y excéntrico? ¿Elegante y extrovertido? Sin duda, Clash es mucho más que una reinterpretación de los códigos tradicionales; es una colección genuina, que rompe y trasciende cualquier estereotipo.
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El doble de carácter
Las nuevas joyas de la colección no solo siguen la misma visión, sino que la amplifican. ¿A qué nos referimos? Los contrastes se manifiestan en las cuentas preciosas y picots de oro ultravisibles para anillos, pendientes, pulseras y collares que, además, son de volúmenes generosos, como destaca la firma.
En cuanto a los materiales, Cartier combina el oro rosa con el ónix, y el oro blanco con las perlas de Tahití. El ónix, de apariencia lisa y de un negro profundo, entra en contacto con la piel. Esto es gracias a que se presenta en forma de cuentas en el reverso de las joyas, con superficies sólidas, redondas y móviles que realzan el interior de la pieza, llámese pulsera, colgante, anillo o pendientes de aro de oro rosa.
Para hacerlo más interesante, estas joyas pueden adquirir un sentido distinto según el estilo de quien las porta. Ejemplo de ello son los pendientes de aro de ónix o de estilo ear cuff de perlas de Tahití, para el lóbulo de la oreja.
De esta manera, encontramos en la colección: anillo, pulsera, pendiente y broche en oro blanco, perlas de Tahití, ónix y diamantes; así como anillo, pulsera, collar y pendientes de aro en oro rosa y ónix.
Finalmente, es importante señalar que, en cada joya, la forma no va peleada con el fondo; es decir, detrás de cada diseño, detalle y material, hay responsabilidad. Especialmente, porque la Maison se compromete con abastecerse de materiales de manera responsable, como el suministro de oro reciclado, el cual tiene un menor impacto medioambiental.
Mejor aún, Cartier únicamente trabaja con pequeñas minas artesanas certificadas por la organización Responsible Jewellery Council (Consejo de Joyería Responsable), la cual marca las pautas en términos de buenas prácticas, respeto de derechos humanos y uso de productos químicos.
No cabe duda que los opuestos, además de complementarse, dan vida a creaciones únicas y auténticas.
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