Durante el siglo XIX, el medio de transporte más utilizado para transportar mercancías y pasajeros eran los barcos, obviamente no existían los aviones y los vehículos de «tierra» permanecían varados en los puertos cuando se trataba de realizar un viaje a otro continente. Es así que la relojería tuvo que adecuar sus instrumentos a los requerimientos humanos, no solamente a entregar guardatiempo de precisión, sino también para protegerlo contra los agentes externos salinos y el vaivén de las embarcaciones. Uno de los aspectos más importantes de estos desarrollos era la necesidad de los capitanes de barco para dirigirse de forma segura una vez en alta mar. Guiarse a través de las estrellas no era la mejor opción, pues podían desviarse un número considerable de millas, que más tarde representaría un costo adicional a la hora de corregir. Por tal motivo, algunas relojeras como Ulysse Nardin, dotaron a la industria naval y turística de instrumentos de precisión anticorrosivos, que además jugaban a equilibrarse al interior de los barcos, y debido a un cálculo matemático de dirección, punto de partida, recorrido y tiempo de llegada, las embarcaciones pudieron trazar sus rutas con mayor seguridad y eficiencia.
El año pasado, justo en «las oficinas» de la manufactura en Le Locle, conocimos el proyecto de verticalización de «la pequeña» Ulysse Nardin, que había desarrollado el primer reloj en la industria poseedor de piezas de silicio, el Freak del 2001, y además fusionara a dicho material con el diamante para crear el componente conocido como DIAMonSIL, pero no conforme con estos lanzamientos, invirtiera una cantidad enorme de recursos para poder generar, de principio a fin, la construcción completa del movimiento, incluso los componentes más complejos del órgano regulador al interior del calibre como: áncora, rueda de escape y espiral.
El calibre 118 de Ulysse Nardin es el primer miembro de la familia de movimientos equipados con un escape propio patentado DIAMonSIL, junto al también oscilador propio, regulable por cuatro tornillos y equipado con espiral en Silicio 1.1.1. Dicha introducción prueba una vez más el liderazgo de la firma en el uso de materiales de vanguardia, y es –también– el motor del ejemplar más reciente: Marine Chronometer Manufacture – en configuración «azul profundo», me gusta llamarle así, pues su carátula y correa hacen juego con la caja –de 43 mm– de oro rosa de 18 quilates o de acero, de acuerdo a su predilección. El sistema de seguridad del bisel y de la corona a rosca, garantizan seguridad y equilibrio en la muñeca, al tiempo que entregan la garantía de 100 metros de profundidad, por si gusta de la practica de deportes acuáticos.
Adicionalmente, podrá optar por: una carátula blanca, negra; brazalete de caucho, piel de aligátor u oro de 18 quilates. No cabe duda que la reinterpretación marina del tiempo, se exhibe mejor a través de un Marine Chronometer de manufactura abrazado a la muñeca.