Justo el año pasado anunciábamos que el Escape Constante, el escape perfecto, había sido galardonado como Aiguille d´Or por el Grand Prix de Horlogerie de Genève, y justo un año después lo miramos y admiramos en oro rosa de 18 quilates, estética que rejuvenece al hoy legendario mecanismo, mismo que duró cinco años de desarrollo. Su precisión y exactitud nunca antes se habían visto en la relojería mecánica.
Dicho sistema plantea la idea de una mejora sustancial en uno de los elementos más complejos presentes en un reloj tradicional: el sistema de escape, que se encarga de liberar la energía contenida en el o los barriletes de un guardatiempo, pero que presenta un problema tan común que en ocasiones, los periodistas y relojeros hemos aceptado como parte de la imperfección lúdica de la relojería mecánica. El desafío de Girard-Perregaux consistió en controlar la fuerza con la que un mecanismo funciona en todo momento, es decir, entregar una fuerza constante en beneficio de la regularidad de la marcha de una pieza relojera. Para poner en contexto debemos abordar el funcionamiento del órgano regulador, que se encarga de normalizar el flujo de energía recibida del barrilete para animar el tren de engranajes y por consiguiente la indicación del tiempo a través de la rotación de las agujas.
El principio de un escape de fuerza constante consiste en que éste restituya la energía constante al regulador (volante), independientemente de la cantidad de energía contenida en el barrilete, pero ¿cómo hacerlo posible?
Se trata de desarrollar un sistema que integre en el escape un dispositivo intermedio que sirva para acumular la energía hasta el umbral próximo a la inestabilidad y posteriormente transmitirla nuevamente y así sucesivamente. A diferencia de otros sistemas que ofrecen una fuerza constante basada sobre una media, los diseñadores eligieron una construcción doble y simétrica por una cuestión de equilibrio de las fuerzas al centro del volante, para evitar una concentración de restricciones en este lugar y garantizar así un punto de rotación completamente libre. Natural y lógicamente la energía que se define como precisión cronométrica era demasiado fuerte al comienzo (carga completa) e insuficiente al final, generando con ello un impreciso mecanismo que terminaría por representarse en el adelanto o atraso del reloj.
La hoja -fabricada en silicio- es el elemento clave del Echappement Constant, la visión de su vibración fue privilegiada al momento de elegir la frecuencia: 3 Hz (21,600 alternancias por hora) para su correcta operación. Sin embargo, el futuro permanece abierto y se han realizado pruebas a diferentes frecuencias, pero aquí no se trata de desafiar la alta frecuencia, sino de garantizar la precisión de una pieza mecánica. Las dos ruedas de escape no se parecen a la que caracteriza al tradicional escape de áncora, la rueda tiene 3 dientes para una frecuencia de 3 Hz y tendría que emplear 4 para una de 4 Hz. Dicho movimiento fue diseñado para una autonomía de varios días con una indicación de reserva de marcha en la carátula, que a su vez exhibe la eficiencia de la pieza y el mecanismo en general.
Finalmente, esta es una complicación, en realidad no lo es, que soluciona problemas de consistencia en la marcha del reloj de inicio a fin, pero lo que hoy nos incumbe es el cambio estético que recibió la pieza, destacando en oro sus dimensiones y potencia legendaria de 48 mm de diámetro.