La máxima exclusividad, en ocasiones es sinónimo de único, no hay otro igual. Si bien todas las piezas catalogadas como relojes joya pueden presumir que ningún tipo de engaste obedece al de una pieza ideada bajo el mismo nombre y concepto, solo algunas cuantas han sido diseñadas para demostrar la más sublime inspiración del diseño y experise del atelier que la fabrica, a mano, con paciencia y con increíble destreza, no para pocos, para uno (punto).
Así es el nuevo Dior VIII Grand Bal, que presenta los códigos y apellidos estéticos de la colección en una configuración animada por el calibre Dior Inverse 11/2, que demuestra una vez más que la mecánica no está peleada con la belleza, por el contrario, la resalta y brinda un nuevo significado a las piezas de alta costura relojera.
Su movimiento invertido, presenta un calado hermoso y funcional salpicado de diamantes, mientras que el rotor baila y carga al compás del vaivén de la muñeca femenina adornada por minerales preciosos. Surgido y sugerido a partir de la predilección de Monsieur Dior por los grandes bailes, esta danza es bella, es arte, es única…