Quizás usted estará de acuerdo conmigo en que la relojería tiene un halo de romanticisimo inherente a este oficio milenario. La idea de un relojero que dedica su vida a crear pequeños mecanismos para medir el tiempo, reclinado sobre una mesa en la que manipula paciente y hábilmente componentes diminutos, es conmovedora. Déjeme decirle que de la pasión de un relojero así nació Chronoswiss.
Gerd-Rüdiger Lang, recientemente fallecido, fundó esta marca en 1983. El impacto de la crisis del cuarzo aún era muy importante, pero Lang creía firmemente en innovar y ofrecer relojes mecánicos exclusivos con la mejor calidad suiza. Y eso es lo que la Casa logra con el Chronoswiss Timemaster Chronograph Day Date que le presento aquí.
Antes de continuar, es importante que sepa que Chronoswiss, tanto bajo el mando de Lang como de Eva-Maria y Oliver Ebstein –sus propietarios actuales–, ha contribuido al desarrollo del cronógrafo. De hecho, la firma debutó hace 40 años con el primer cronógrafo mecánico del mundo con indicación de fase lunar y fondo de cristal transparente. Y aunque su sello distintivo son los relojes con carátula tipo regulador, también ha lanzado maravillas como el Opus y el Chronoscope.
El Chronoswiss Timemaster Chronograph Day Date tiene una estética innegablemente deportiva. La carátula metálica con acabado soleil es de un color rojo que evoca las carreras de coches, con los cuatro grandes números árabes característicos de la colección. La minutería principal y las escalas de las tres subcarátulas tienen un diseño muy original, al igual que las agujas. A las 3 horas hay una doble ventana para el día y la fecha.
La caja del Chronoswiss Timemaster Chronograph Day Date mide 44 mm y está hecha en acero con revestimiento DLC. Seguro le llamará la atención la corona prominente tipo cebolla, otra característica de Chronoswiss que es bastante única para un cronógrafo. Estos detalles son muy importantes cuando se busca un reloj diferente. En cuanto al mecanismo, es de cuerda automática y le ofrece una reserva de marcha de 46 horas. Solo de la pasión y el romanticismo pueden surgir piezas tan poderosas como esta.
–Luis Peyrelongue–