Son pocas las Casas de Alta Relojería que realizan, de principio a fin, la construcción de un guardatiempo y, para determinar el valor intrínseco de una Manufactura, los periodistas tenemos acceso a la información de algunas de éstas y el privilegio de poder visitar sus instalaciones para presenciar el momento en el que los metales son estampados y procesados para la creación del movimiento; posteriormente su ensamble e incorporación a una caja a fin de ser llamado reloj.
Zenith, el punto más alto del cielo, su nombre nació de la idea de Georges-Favre Jacot, un visionario empresario de Le Locle que tuvo como misión central la creación de una verdadera “fábrica” de relojería, capaz de ejecutar la producción de todos los procesos inherentes a la construcción de un guardatiempo.
Con los años, Zenith fue ganando prestigio internacional tras la creación de diferentes piezas de alta precisión; sus relojes de aviación eran sumamente reconocidos por la confiabilidad de su mecanismo y la bella estética que les caracterizaba.
Llegó el año de 1969 y con ello la presentación de uno de los calibres de cronógrafo más precisos y aplaudidos de la historia: su marcha se había elevado de la frecuencia tradicional de 4 a 5 Hz, mientras que la total integración de sus componentes le añadían robustez, su nombre es El Primero.
¿Cómo se verá en tu muñeca? Imagínatelo puesto gracias a esta galería…
En el inicio de este inicio de año, Zenith lanza un modelo de cronógrafo tan bello como minimalista, pero animado por el calibre 4069 (El Primero). El movimiento se sitúa al interior de una caja –de acero u oro rosa– de 42 mm de diámetro, mientras que la información se muestra a través de una carátula plateada con índices aplicados y totalizadores a las 3 y 9 horas. Finalmente muestra la belleza del movimiento a través de un fondo de cristal de zafiro, evidenciando la pericia de la marca por el desarrollo de la relojería mecánica in-house.