La tradición de la aviación es una de las inspiraciones principales que Longines recibe para el desarrollo de sus piezas, y es que la cronometría no se explica sin el pasado glorioso de los instrumentos que fueron diseñados en función de esta actividad de movilidad y combate.
El reloj de pulsera nace de la aviación, y así también en Longines se presentó un tipo de configuración que pudiera abrazarse al pulso del piloto con una orientación de carátula a 40 grados determinada en función de la legibilidad más ágil hacia la muñeca.
Destacado
Se trata de un reloj cronógrafo monopulsante animado por el calibre mecánico automático L788.2, exclusivo de la firma, dotado de rueda de pilares para la acción del crono. Además, la carátula presenta una graduación tipo escala de ferrocarril, utilizada en los años 30, y su dial en opalina es completamente contrastante con los índices, numerales árabes y agujas expuestos en color miel, a fin de ofrecer una visibilidad instantánea del momento en el que se vive. Tanto corona como monopulsador están desarrollados en grandes dimensiones, a fin de poder ejecutar los cambios al reloj sin necesidad de desprenderse de los guantes de aviador.
Longines y la aviación
A principios del siglo XX, la marca relojera vinculó su nombre con los de los pilotos cuyas hazañas marcaron la historia. Entre ellos, Charles Lindbergh, el primer piloto en cruzar el océano Atlántico en solitario, hazaña cuyo nonagésimo aniversario se celebrará en 2017. Precisión y solidez han sido las palabras clave en la concepción de los relojes “Type A-7”, que tenían que responder a criterios muy precisos para merecer esta mención otorgada por el ejército americano a estos cronógrafos, cuya producción se encomendó a Longines en 1935, de ahí la conexión con esta referencia.