Haciendo gala de su experiencia en la sonería y la precisión, Jaeger-LeCoultre reinterpreta un reloj que requirió la creación de ocho nuevas patentes para poder llegar a ver su existencia.
Ocho patentes distintas forman parte de esta obra maestra de la alta relojería, seis de ellas específicamente diseñadas para este reloj. Hablamos de la nueva reinterpretación del Master Hybris Mechanica Calibre 362 de Jaeger-LeCoultre, una edición limitada a 5 piezas.
¿Qué lo hace tan especial? Hace 10 años, el llamado relojero de los relojeros presentó el Master Hybris Mechanica Calibre 362, entonces uno de los relojes de pulso con repetición de minutos y tourbillon más plano del mundo, y a la fecha el más plano de Jaeger-LeCoultre con repetidor de minutos. Sus 7.8 mm de grosor resultan insólitos en vista de que su movimiento es de alta complicación y de cuerda automática. Por si ello aún no fuere suficiente, el calibre tiene apenas 4.7 mm de grosor, aunque está compuesto por 566 piezas.
Desde luego, semejante logro es el resultado de la larga experiencia de la Grande Maison en dos aspectos clave: los calibres de sonería y la precisión.
La maestría del sonido
La historia de la sonería en Jaeger-LeCoultre inició en 1870, cuando lanzó su primer repetidor de minutos. Desde entonces, ha creado más de 200 calibres con sonería, en una continua evolución, pasando por alarmas relativamente simples y llegando a las sonerías más complejas, como la gran sonería o la sonería de Westminster.
Aquí, los timbres de cristal y los martillos “trébuchet” están fijados directamente al cristal de zafiro (que tiene grandes cualidades acústicas), convirtiéndolo en un resonador. También se redujeron los silencios, disminuyendo la pausa entre horas y minutos cuando los cuartos de hora no suenan.
Un discreto mecanismo en el lateral de la caja, con un botón a las 8 h y un pulsador a las 10 h, que activan y desactivan la sonería, preserva la hermeticidad del reloj hasta 30 metros, algo poco común en repetidores.
La maestría de la precisión
Uno de los valores centrales de la Jaeger-LeCoultre desde su fundación, en 1833, ha sido la precisión, tanto en la fabricación (haciendo posible la miniaturización de los componentes) como en el cronometraje (resultando en innovaciones en el órgano regulador, incluyendo un muelle en espiral y diversas formas de tourbillon).
Así, a fin de lograr la delgadez del reloj, el órgano regulador debió ser replanteado completamente, creando un nuevo tourbillon volante, equipado con una rueda de balance volante. Para ello, fue necesario crear un muelle espiral en forma de S que se fija por encima del volante, el cual, además de permitir observar el tourbillon, admite un volante más grande, reduce el grosor del calibre y mejora aún más la precisión del cronometraje, logrando una frecuencia de oscilación de 21,600 vph (inusualmente rápida para un tourbillon con un volante tan grande).
Con el objetivo de contar con cuerda automática sin aumentar el grosor, el rotor de cuerda fue diseñado como un rotor periférico que rodea al calibre, en lugar de situarse sobre él, y que contiene una sección de platino (950/1000) para incrementar su peso. Está montado sobre rodamientos de cerámica que ofrecen una fricción mínima.
Su giro puede observarse a través de unas ranuras de la carátula que, con un color azul medianoche tornasolado, y acompañado con una correa de piel de aligátor azul, ofrece un magnífico contraste con la caja de 41 mm de oro blanco (750/1000) que tiene cualidades acústicas superiores y que se inspira en la elegancia de los relojes de bolsillo extraplanos de principios del siglo XX.