Cuando entrevisté por primera vez a Carlos Rosillo, CEO de Bell & Ross, me quedó el mensaje claro: la inspiración de sus relojes responde a la aviación. En primera instancia, a los instrumentos de a bordo, para ser precisos.
Y es que el deseo de volar es universal. Esencialmente ningún ser humano estaría a disgusto en convertirse en piloto, sea militar o comercial. A menos de que le tenga pánico a las turbulencias. Sin embargo, los aviones, el cielo, la libertad de volar como un ave es un deseo inherente a la existencia de nuestra raza.
Este 2018, con Baselworld a la vuelta de la esquina. Bell & Ross buscará apelar al corazón de sus coleccionistas y a la atemoralidad de una línea vintage que tantas satisfacciones le ha entregado.
Heritage
Bajo esta colección, presentada en 2009, las piezas inspiradas en la aviación se llaman BR Heritage, y el capítulo más reciente es el de los BR V2-92 y BR V2-94 Steel Heritage.
Desarrollado en configuración de tres manecillas con fechador y mecanismo de cronógrafo mecánico automático. Este emblemático diseño recurre a las máximas de la relojería de los años 60: máxima legibilidad y tratamiento luminiscente en color beige, a fin de dar el acento a lo retro. Su estructura es de acero pulido y satinado, mientras que en el crono los pulsadores cuentan con rosca, lo mismo que la corona, a fin de garantizar la hermeticidad de la caja. Ambos se ofrecen en tamaño de 41 mm de diámetro.
Al tratarse de relojes de aviación, el bisel –de aluminio– es bidireccional y sirve como regla de cálculo, mientras que se abrazan al pulso mediante pulseras de acero (con cierre desplegable) o caucho de alta resistencia. Crono y tres manecillas poseen cristal de zafiro abombado con fondo atornillado de acero.