Entre los seres humanos existe una diversidad de capacidades realmente sorprendente; algunos cuentan con cualidades físicas para desempeñar determinado deporte de alto rendimiento de manera profesional, otros cuantos han sido privilegiados con el don para ejecutar y componer piezas musicales o desempeñarse en las artes plásticas de manera sobresaliente, y así podemos nombrar también a los grandes directores de corporativos y a la gran visión con la que pueden delinear estrategias de mercado o incluso gobernar un país entero.
Pero déjenme plantearles la siguiente idea: una cualidad que en ocasiones resulta efímera, “fácil” de perder o de agotar, estoy hablando de la creatividad; me refiero a la capacidad no sólo para crear, sino de seguirlo haciendo, y más aún, permanecer creativo en el mismo sitio por más de 15 años.
Como muchos de ustedes saben, la relojería contemporánea vivió su mayor periodo de crisis durante la década de los 70, etapa en la que la «era digital» y los movimientos de cuarzo ofrecían una precisión casi imposible de superar a partir de los principios de la relojería mecánica, llámese –en su mayor extensión–, suiza. Es por ello que el papel de una marca y de un hombre en específico, surgió gracias a la capacidad de negocio y visión de aquellos días, en la que su creatividad también lo guió a cimentar un camino llamado “Swiss Made”.
Probablemente mi comparación sea errónea, pero yo equiparo dicho sello con la «Denominación de Origen», es decir, usted no compraría un tequila si fuera cosechado en Haití, por ejemplo, o si lo hiciera, sabría que dicho producto no cuenta con las características que usted espera del mismo, ¿no es así?
Pero regresemos a la relojería y al aporte fundamental que Nicolas George Hayek (Q.E.P.D.), cristalizó a partir de la fundación de Swatch Group en 1983. El sueño de este «ciudadano de mundo» era conceder una garantía de calidad fundamentada en el territorio más experimentado y capacitado para transformar el oficio de la relojería en un arte, es decir: Suiza.
Nicolas Hayek formalizó su visión, guiado –a mi entender– por tres principios fundamentales: relojería «suiza» de alta calidad fabricada en «Suiza»; diseño atractivo enaltecido por altas prestaciones, y por último, un factor que siempre será determinante: un precio competitivo.
Durante la conferencia de prensa ofrecida al interior del espacio «Planet Swatch», Baselworld 2013, Nick Hayek, heredero del legado relojero de su padre, reiteró el esfuerzo de aquel hombre visionario, por y para el bien de la industria en general, resaltando el rol fundamental de Swatch como apoyo a la preservación de las casas relojeras más exclusivas y antiguas del planeta. Me atrevo a decir que ante tal discurso, no hay una sola persona, que forme parte de esta industria, que deje de reconocer el papel importantísimo, que el ahora grupo relojero, jugó en favor del oficio suizo dedicado a medir el tiempo.
Posteriormente sucedió algo inédito, y es que –a dicha conferencia– también le acompañaría una revelación extraordinaria: Se trata de un movimiento mecánico que lo hace todo posible, es decir: es un calibre modular que entrega una reserva de marcha de hasta 90 h, incorpora 17 patentes, se ajusta a un único tornillo central, cuenta con un total de 19 rubíes, es 100% Swiss Made y además, la pieza final tendrá un valor en el mercado –aproximado– de 100 y 200 francos suizos. El sello Swiss Made en su totalidad y su producción masiva (1 movimiento cada 20 minutos) entregarán cifras récord de fabricación, mismas que seguramente habrán de reflejarse en ventas que superen el millar de piezas al año, dicho reloj lleva por nombre «System 51».
Finalmente, y como bien sabemos, Swatch ofrece un nivel de personalización como ninguna otra marca, y es por ello que todo el movimiento puede ser decorado mediante diferentes técnicas, mismas que harán que este reloj resulte el compañero ideal para la muñeca de su portador, al tiempo de conferirle una identidad individual.
Subrayo esto último debido a las tres características básicas que comenté anteriormente, –“recuerdo que mi primer reloj suizo era un Swatch”–, mencioné a Carlo Giordanetti, Creative Director Swatch International, y así comenzamos una plática extendida por más de 45 minutos en los que me olvidé de la grabadora, no era necesaria, cada una de sus frases fue estampada en mi libreta como en mi memoria: “Transparency and open mind gives you the possibility to share a message”, esto respondió cuando inauguré la sesión de preguntas: ¿Cuál es el aspecto fundamental que ha seguido en la labor que desempeña?
Carlo Giordanetti: “Lo más importante para seguir siendo creativo es simplemente ser tú mismo, abrirte a exponer lo que piensas, tus emociones e inquietudes, si eres sincero sorprendentemente encontrarás que muchas otras personas lo son, y que compartes muchos más aspectos con el resto de la población, muchos más de los que crees”.
¿Qué definición le daría a un reloj Swatch?, me refiero exclusivamente al producto. –“Es un objeto con muchas emociones, es decir, veámoslo como un aparato que nos indica el tiempo, pero que revela parte de nuestro interior, algo que sentimos y debemos expresar de alguna manera. Un brazalete, por ejemplo, está concebido –exclusivamente– para adornar, pero describe nuestra personalidad, claro que algunos de estos tienen un significado o una razón de existir más poderosa que la meramente cuestión ornamental, en el caso de Swatch, ésta es indicar el momento preciso que equivale al espacio del tiempo en el que nos encontramos”–.
Hace algunos meses acudí a una conferencia italiana de diseño, «60 años» desde la revolución en la costura que surgiera a raíz de la “Alta Moda”, ésta me enseñó que aquel momento de inflexión lo determinó la rebeldía, dejar de seguir la tendencia francesa y presentar una propuesta. Al haber nacido en Italia, ¿pasa lo mismo en el caso de la relojería? –“Debo confesar que la persona que se dice creativa, si no posee inspiración, está muerta. Por supuesto que debes tener una base, las necesidades primordiales del hombre, como el conocimiento y lectura del tiempo, han sido copadas desde hace algunos años, es decir, la creatividad no siempre debe apegarse a la capacidad de descubrir algo nuevo, sino de hacerlo de una manera original, diferente, pero que tenga un significado propio que a la vez describa un sentimiento general”.
¿Cómo logra, de acuerdo a su rol en la compañía, mantener esa cualidad de «líder» en diseño y versatilidad dentro de una industria que cada día es más competitiva? –“Es primordial para nosotros tener un equipo y trabajar en la investigación. Gran parte de nuestro tiempo lo ocupa esta tarea, es decir, en este momento el grupo de diseño trabaja revisando conceptos, ideas, platicando con entusiastas y proveedores de nuevos materiales al servicio de la relojería. Es una labor de campo demandante, pero si no la tienes, ¿de dónde vas a generar las ideas que respondan a las inquietudes del mercado? Pero también debes ser capaz de distinguir entre ser un buen observador y ser solamente una copia. Swatch se ha distinguido por seguir el mismo camino desde su nacimiento, la empresa sugirió, desde un principio, un producto diversificado, adaptable y muy humano, y lo sigue realizando».
¿Cómo ha sido un día de trabajo dentro del proyecto de desarrollo de System 51?
“Apasionado, un trabajo diario de cooperación con cada una de las divisiones encargadas de dicho proyecto, en Swatch Group trabajamos en equipo, no importa si eres OMEGA, Breguet, ETA o Swatch, formamos parte de una empresa y nos beneficiamos de los resultados obtenidos. Cada una de las patentes (17) presentes en el desarrollo de este proyecto servirá para fortalecer el desempeño individual de las Manufacturas que componen al grupo”.
Por último me gustaría realizarle una dualidad de preguntas: ¿Swatch salvó a la industria relojera suiza?; ¿la relojería es un arte, incluso si hablamos de un mecanismo quartz? –“En respuesta a tu primer pregunta, sí, la visión de Nicolas Hayek fue precisa en tiempo y cualidad para favorecer a la industria, muchas de las casas relojeras no habrían podido operar sin la importancia que el sello Swiss Made tiene hoy en día”. Respecto a la segunda, la palabra quartz tiene implícita la respuesta: quARTz”.