Con información de swissinfo.ch, la actualización en cuanto al endurecimiento de los criterios para portar el prestigioso sello Swiss Made aplica a partir de este 1 de enero de 2017.
La famosa cruz blanca con fondo rojo, en sintonía con la bandera del país helvético, dio a conocer sus nuevos estándares hace ya algunos meses, no obstante a partir de 2017 cada producto sellado con la prestigiosa Denominación de Origen deberá cumplir con los básicos señalamientos:
–Producción en Suiza
–80% de componentes, ingredientes o materiales producidos en el país
Sin embargo la relojería deberá cumplir con el 60% de los componentes producidos en Suiza, toda vez que comprar materias primas al interior de sus fronteras puede incrementar sustancialmente el costo final para el cliente, tirando la competitividad por la borda, lo que en momentos de crisis-estancamiento en las exportaciones de relojes no parece una idea razonable.
Aprobado por el Parlamento el 21 de junio de 2013, el decreto Swissness dicta que al menos el 60% de los costes de fabricación de un reloj completo (el producto acabado) deberían, en el futuro, haberse producido en Suiza.
Adicionalmente, y ante el avance de la tecnología, los relojes conectados también están considerados, pues el decreto se extiende a smartwatches.
Un ejemplo adicional, como excepción a la regla es la del fondue Gerber, empresa que impuso un recurso ante la imposibilidad de conseguir 35,000 litros de vino blanco de la calidad necesaria. Con ello los vinos forman uno de los 58 ingredientes que se encuentran en la lista de salvedades, ya que no es posible encontrarlo en Suiza, o si se encuentra no cumple con los estándares industriales.
En otro ejemplo, la productora de galletas Hug ha dejado de importar azúcar para probar con diferentes tipos y cumplir los criterios, una realidad que viven actualmente muchas empresas helvéticas.