Una de las Manufacturas más sorprendentes de la historia debe su nombra a un enorme relojero e inventor, Pierre Jaquet-Droz desveló un tipo de magia mecánica que tuvo a bien encontrar buena cabida en las máquinas que miden el tiempo en el siglo XVIII.
Hoy, la marca está protegida por el Grupo de relojería más importante de la industria, Swatch Group, que respeta la inventiva de su fundador y genera más hacia adelante, tal como en 2016.
Platicamos con Abel Herrera, Director de Marca para nuestro mercado, y nos comentó que desea llevarla a México, pues sabe que será bien apreciada por la clientela culta e inteligente que lee artículos como éste de Watches World.
En 2016, la Casa adapta por primera vez este espíritu a una de sus referencias más emblemáticas: el Grande Seconde. Celebrando todas las posibilidades del tiempo, este modelo histórico luce dos esferas descentradas ligeramente superpuestas que forman un ocho, número representativo de Jaquet Droz y símbolo del equilibrio y del infinito. «Hemos desarrollado un nuevo movimiento con el fin de dedicar carátula superior a la indicación de la hora local y de acompañar el subdial de los segundos, descentrándole a las 6, de una segunda carátula de horas y minutos que indica la hora de referencia. Asimismo la fecha es indicada por aguja y finalizamos con un segundero que completa la vuelta a la escena por cada minuto». La pieza posee escape de silicio a fin de utilizar menos lubricación y resistir a los campos magnéticos.
Grande Seconde Off-Centered
La tendencia desatada en los últimos años: color negro, llegó a Jaquet Droz, pero no de cualquier manera. Lanza un reloj de 43 mm de acero con una carátula en color negro gracias al ónix, un mineral ampliamente producido en nuestro país, México. La pieza sitúa al segundero en diferente posición a la tradicional, mientras que el «ocho» destaca como símbolo del infinito.
Jaquet Droz en homenaje al Año Chino del Mono
Presenta cuatro modelos que celebran el vínculo que une tradicionalmente a China con la firma. El mono es símbolo de inteligencia y longevidad; un animal omnipresente en la cultura china y en su sistema zodiacal. En el siglo XVIII, la Casa Jaquet Droz fue una de las primeras en descubrir el Imperio del Medio, presentando sus creaciones incluso en la Ciudad Prohibida. Actualmente, algunas piezas históricas se conservan allí como testimonio de la longevidad del vínculo que une a la Casa relojera con el país-continente, que se prepara a comenzar el año.
Petite Heure Minute Thousand Year Lights
Celebración del savoir-faire legendario de Jaquet Droz desde hace casi tres siglos, el Petite Heure Minute Thousand Year Lights es una obra de arte decorativa imaginada para celebrar la belleza de las flores… y de las mujeres a las que están destinadas.
El Tiempo ya no es sólo una utilidad, también se vuelve poético, permitiendo que se exprese la creatividad de los artistas en el espacio liberado de la esfera. Como una auténtica obra de arte, el Petite Heure Minute ha acogido el florecimiento de los más hermosos savoir-faire de los Ateliers d’Art de Jaquet Droz, como el esmaltado, la pintura en miniatura y deslumbrantes engastados, así como esculturas y grabados de sorprendente realismo. Un paisaje de flores con colores iridiscentes se inspiró en el método del najeon chilgi, un trabajo de lacado con incrustaciones de nácar que tuvo su apogeo en la dinastía asiática Koryo (siglos X-XIV), cuando las aristócratas encargaban suntuosos joyeros que requerían varios meses de trabajo. Desarrollado en caja de 35 o 39 mm de diámetro permite apreciar un ramillete campestre.
Hoy en día se han construido referencias contemporáneas –miniaturización– del sueño relojero de Pierre, mudar este dispositivo a la muñeca, luego de desarrollar un movimiento manufactura calibre 615 de remonte automático que carga gracias a una masa oscilante de platino, un solo barrilete y espiral de silicio, además de emplear cristales de zafiro específicos para la complicación “singing bird”, un tipo de sonería a demanda mediante un monousher que detonará el canto del ave con diferentes tonalidades e intensidades del mismo. Meramente lúdico, esto sucede gracias a un sistema de “pistones de aire” que toma energía del barrilete y en diferentes segmentos, lo cual es el principio de todo instrumento autómata construido de manera mecánica.