Centrarse en un tema en específico a fin de desarrollar una idea relojera parece trabajo sencillo, es decir, qué “relajado” decantarse en celebrar la repetición a minutos, o enfocarse en los cronógrafos ¿no es así? Pues no estimado lector, ya que se debe contar con una rica historia y legitimidad relojera de acuerdo a la disciplina que se desea apuntalar, haciendo uso de la idea tan solo como inspiración para el desarrollo de una colección completa.
En este caso, Jaeger-LeCoultre ha decidido mirar su universo horológico nacido en 1833, y a partir de números tan impactantes como sus 1249 calibres de manufactura y las 413 patentes registradas siguiente colección, tomar la decisión de rendir homenaje al espacio y a sus astros, y a la ciencia que los estudia: la astronomía.
Los meses, las horas y los años, además de todo elemento contemplado en un calendario está basado en la observación de los fenómenos astrales, es decir, la sombra que se proyecta y avanza sobre la Tierra durante el día, nos explica que no estamos solos en el universo, que hay estrellas a años luz de nosotros y que, probablemente, nuestra concepción del tiempo sea tan humana como incorrecta ¿quién puede asegurar que el tiempo es lo que definimos como tal?
Bueno, regresemos a las bases y definamos que se trata de la magnitud física con la que medimos la duración o separación de acontecimientos. El periodo que transcurre entre el estado del sistema X y el instante en el que éste presenta una variante perceptible para un observador o aparato de medida, es decir: un reloj.
El tiempo estándar se considera a la medición del año sideral, que consta de 365.25 días, a su vez divididos en horas, minutos, segundos y fracciones de segundo, etc. Entonces con base en esta premisa, debemos mencionar que para definir el año sideral fue necesario el conocimiento de las antiguas civilizaciones humanas, su observación y el traspaso de sus conocimientos, pero también la ciencia y el complejo cálculo astronómico que habrían de derivar en un sistema sexagesimal utilizado actualmente, propuesto en la antigua Babilonia, y que emplea como base aritmética el número 60, mismo que es utilizado para la medición de las horas, minutos y segundos.
Asimismo, Jaeger-LeCoultre destaca a la comunidad que ha apuntalado y perfeccionado los calendarios, siendo el Romano uno de los más utilizados hasta que se decidiera proponer años bisiestos y reducir el desfase de tres meses entre éste y las estaciones, no obstante, el papa Gregorio XIII corrigió la ligera desviación de 11 días del calendario Juliano y pasó a llamarse Gregoriano, un calendario del tipo Solar debido a que tiene por referencia el ciclo que describe la Tierra alrededor del Sol.
Es decir, Jaeger-LeCoultre no solo desea presentar una colección de valor astronómico, sino que lo hace con toda legitimidad y llevándonos al extremo de la precisión mecánica que, como bien sabemos, cuenta con un sinnúmero de obstáculos que solo el más diestro puede dominar: gravedad, magnetismo, insuficiencia energética, etc…
Master Calendar
Un instrumento o, mejor dicho, un cuerpo celeste posado en la muñeca… Su mecanismo de remonte automático calibre 866, da vida a un calendario que pone en sintonía a las horas con los minutos, a los segundos con la indicación del día, fecha y mes en el que vivimos y, por si esto no fuera suficiente, plasma las fases de la Luna en su particular carátula hecha de meteorito, sí, leyó usted bien querido cibernauta: meteorito.
Un meteorito se refiere a un cometa/asteroide que circunda la galaxia y que posee millones de años, por lo que este tipo de minerales errantes son altamente valorados y cuentan con cientos de personas que les buscan y “cazan” a fin de explorarlos y coleccionarlos. Jaeger-LeCoultre decidió manufacturar su carátula a partir de meteoritos censados en Suecia, procedentes de la cintura de asteroides situada entre Marte y Júpiter.
¿Cómo lo hacen?
Jaeger-LeCoultre tiene un gran saber hacer, y es por ello que dedica la paciencia y pericia para “rebanar” el estado bruto del meteorito, cortar en forma esférica y utilizar una capa homogénea irrepetible en el planeta. Igualmente, este tipo de pieza entrega un calendario debido a la importancia que las fases de la Luna poseen en cuanto al desarrollo de la semana y del mes, por lo que dicha indicación no podría faltar en esta pieza. Finalmente, el nuevo instrumento astronómico de Jaeger-LeCoultre está diseñado en caja de acero u oro rosa de 18 quilates, latirá por 50 horas continuas y su brazalete de aligátor ajustará al “meteorito” a su muñeca.
Duomètre à Sphérotourbillon Moon
Una línea Duomètre surgida de un “error” y acierto de los relojeros de La Grande Maison, pues en la búsqueda para desarrollar un cronógrafo que no robara energía ni precisión a las indicaciones de las horas, minutos y segundos del reloj, desarrollaron las bases del revolucionario Dual-Wing, que consta de dos mecanismos autónomos, cada uno con su propia fuente de energía, pero compartiendo un mismo órgano regulador que, en este caso está dotado de un sistema de torbellino multiaxial debido a un eje de rotación suplementario, lo que le permite compensar la “negatividad gravitatoria” en cualquiera de las posiciones que el reloj pueda adquirir ligado a su muñeca. Asimismo, la espiral del Sphérotourbillon es cilíndrica, obteniendo una regularidad de marcha que ha sido galardonado por los más estrictos concursos de cronometría.
Así pues, el significado de incluir una fase de Luna en el emblemático torbellino biaxial de JLC reside en la precisión de ésta, pues al nulificar los efectos de la gravedad y al animar a la indicación de las fases de la Luna mediante un sistema de energía independiente al de las horas, minutos, y segundos se obtiene una precisión garantizada por 3,887 años. Impresionante ¿no es cierto? Considere que el “Terraluna” de A. Lange & Söhne presentado el año pasado requiere de un ajuste cada 1.058 años transcurridos. Asimismo otra característica técnica a destacar está relacionada con la precisión y ajuste del reloj, pues en lugar de tener un segundo mecanismo de corrección clásico, el movimiento del Duomètre Sphérotourbillon viene dotado de una función “flyback” para retornar el segundero a cero gracias al pulsador de las 2 horas. Al tirar de la corona, el volante se mantiene activo por lo que el reloj seguirá su paso sin alteración incluso cuando se ajuste la hora. El calibre 389 de manufactura está basado en el 382 del anterior Sphérotourbillon, y late a 21,600 a/h durante 50 horas de autonomía.
Llegamos al final de este primer capítulo astronómico de Jaeger-LeCoultre, no obstante, debemos mencionar que esta edición del Spherotourbillon con fase de Luna cuenta con una limitación de 75 piezas hechas en caja –de 42 mm– de oro blanco, mientras que una escalinata de plata satinada resguarda al torbellino –de 115 componentes– en punto de las 9 horas.