El trabajo de la manufactura Rolex se guía por ocho grandes principios técnicos y estéticos que definen su savoir faire. Nos referimos a: precisión, hermeticidad, autonomía, robustez, sencillez, artesanía, comodidad y durabilidad. A su vez, estos principios son las cualidades fundamentales que caracterizan a cada reloj de la marca. Es un enfoque «superlativo» que abordaremos empezando por los cuatro elementos relacionados con la técnica.
Precisión
La precisión cronométrica es esencial en la historia de Rolex. Su fundador Hans Wilsdorf siempre la vio como una importante forma de distinción. En 1910, el primer reloj de pulsera en obtener un certificado de precisión cronométrica de una oficina de control oficial fue un Rolex. En 1914, la Manufactura recibió un certificado de Clase «A» del Observatorio de Kew, en Reino Unido, la máxima autoridad en precisión cronométrica de la época. Hoy en día, cada movimiento Rolex está certificado por el COSC (Control Oficial Suizo de Cronómetros) antes de ser encajado. Para ser declarado un «Cronómetro Superlativo», el reloj terminado debe superar con éxito las pruebas de Control Superlativo. Esta certificación, exclusiva de la corona, garantiza una excepcional precisión de –2/+2 segundos al día.
Hermeticidad
Desde el lanzamiento del revolucionario Oyster en 1926, el primer reloj de pulsera hermético del mundo, Rolex ha desarrollado varias innovaciones que han consolidado su estatus de marca pionera y su savoir-faire único en materia de hermeticidad. Las coronas Twinlock (1953) y Triplock (1970), y el sistema Ringlock (2008), han optimizado aún más la resistencia de los relojes Rolex a todo tipo de intrusión.
Estos avances técnicos son respaldados por una auténtica «cultura» de la hermeticidad en la cadena de producción. Más allá del diseño y el mecanizado, Rolex controla todo el entorno de trabajo en cada etapa del proceso de fabricación. Por ejemplo, monitoriza el nivel de humedad y la pureza del aire en sus talleres. La calidad hermética de los relojes también es el resultado de las técnicas manuales, los procesos de ensamblaje y los métodos de almacenamiento, que se perfeccionan constantemente. Como garantía definitiva de la incomparable hermeticidad de cada Rolex, todos los relojes se ponen a prueba una vez más al final del proceso de producción en las cubas hiperbáricas del Control Superlativo.
Todos los relojes Rolex de la colección Oyster Perpetual son herméticos hasta al menos 100 metros. En cuanto a los relojes de submarinismo, la profundidad se ha elevado a 300 metros para el Submariner, 1,220 metros para el Sea-Dweller y 3,900 metros para el Rolex Deepsea.
Aunque los relojes Rolex con una caja Oyster declaran su hermeticidad en la carátula, en realidad se someten a una mayor presión durante las fases de pruebas. Este margen de seguridad es de un máximo del 10% para los modelos herméticos hasta 100 metros. Para los relojes de submarinismo, el margen ha aumentado un 25%, como lo exigen las normas para este tipo de instrumento. El Deepsea Challenge, presentado en 2022, la culminación de este savoir-faire, afirma ser hermético hasta los 11,000 metros. Este rendimiento es monitorizado en una cuba de ultra alta presión, diseñada en colaboración con Comex (Compagnie Maritime d’Expertises), como todos los demás tanques de prueba usados por Rolex. Cada reloj se somete a una presión equivalente a la ejercida a una profundidad de 13,750 metros.
Autonomía
La autonomía, el tercer pilar del savoir-faire de Rolex, es consecuencia de la precisión y la hermeticidad. Fue, para Hans Wilsdorf, un factor fundamental en el desarrollo del reloj de pulsera.
En la década de 1920, todavía había que dar cuerda manualmente a los relojes de pulsera mecánicos. En 1931, Rolex revolucionaría el mundo de la relojería con la invención de un sistema de cuerda automática por rotor Perpetual. Desde entonces, los movimientos del usuario que lo lleva en la muñeca alimentan los del reloj. Con esta invención, Rolex liberaba de limitaciones la vida cotidiana del usuario.
Desde un punto de vista técnico, la autonomía se basa en una comprensión minuciosa de la variedad de los movimientos humanos. Estos impulsan la masa oscilante central que gira en ambos sentidos. A partir de este momento, el mecanismo se acciona con el movimiento y la energía cinética creada se transmite al muelle real. Por lo tanto, este último se da cuerda constantemente para garantizar una reserva de marcha óptima para el calibre. En la actualidad, la autonomía de los movimientos Rolex, cuando no se llevan puestos, puede alcanzar las 72 horas.
Robustez
En su búsqueda de la robustez, la manufactura Rolex está tan atenta a los inusuales golpes extremos como a los imprevistos de la vida cotidiana. Así garantiza la durabilidad de sus relojes y preserva la integridad de sus movimientos en cualquier circunstancia.
La robustez es una de las cualidades más difíciles de predecir a largo plazo, ya que una vez que sale de la manufactura, el reloj estará inevitablemente sometido a agresiones externas. Por lo tanto, se dedica un extremo cuidado a los materiales y su mecanizado. Materiales como el acero Oystersteel, el oro de 18 quilates, el platino 950 y el titanio RLX, que garantizan la firmeza de cajas, brazaletes y cierres. Como la cerámica de alta tecnología, que permite la producción de discos de bisel y biseles Cerachrom. O como el cristal de zafiro, extremadamente duro y prácticamente imposible de rayar, que protege la esfera.
Del mismo modo, Rolex aumenta constantemente la resistencia a los golpes de sus movimientos. Así fue como se desarrolló el amortiguador de golpes Paraflex. Este se concibió para proteger el órgano regulador y, en algunos casos, la rueda de escape. Se fue introduciendo progresivamente en los movimientos de la marca desde 2005.
La mejora constante de este savoir-faire es posible mediante la observación atenta y el análisis de todos los golpes posibles, que se replican en los laboratorios de I+D con máquinas de prueba específicas. Estadísticamente, la vida cotidiana es la que representa el mayor peligro para un reloj y la precisión de su movimiento. Durante las fases de calificación iniciales, anteriores a la producción a gran escala, los relojes Rolex se someten a golpes cotidianos. La meta es simular el movimiento repetitivo de una persona que escribe en el ordenador o una caída accidental de un metro al suelo.
La robustez de los relojes Rolex también se evalúa mediante pruebas que reproducen la exposición a condiciones extremas. Hay un dispositivo que somete los relojes a una presión de 4.5 toneladas; otro que los lanza desde veinte posiciones diferentes, así como otro que los golpea sin piedad. Estas pruebas garantizan que el rendimiento superlativo de cada reloj se mantendrá intacto, ya sea en la muñeca de un alpinista, un navegante, un submarinista o un explorador polar.
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