PermÃtame comenzar con una comparación simple, la “rivalidad” entre la arquitectura y la ingenierÃa tienen un porqué, pero es el trabajo en conjunto la mejor solución para la generación de una obra magistral. ¿Se imaginan qué hubiera sido de los grandes monumentos y obras arquitectónicas sin la comunicación entre estas dos profesiones? Pues lo mismo pasa en la relojerÃa, que necesita de eficiencia mecánica para maximizar la precisión de cada instrumento; de materiales que optimicen el desarrollo de lo que al interior de cada calibre ocurre y que da vida a las manecillas. No obstante, la manera en la que se indica, visualmente hablando, posibilita la admiración de los coleccionistas y  decanta la adquisición o éxito de cada producto.
De acuerdo a la maestrÃa relojera alemana con sello sajón, A. Lange & Söhne, cada desarrollo debe apegarse a ambas máximas por igual: la belleza y la construcción no deben ser contradictorios, por lo que es necesario el trabajo estrecho entre los diseñadores de la pieza y los relojeros e ingenieros encargados de la producción de los calibres de la Manufactura. El primer paso suele ser la conciliación de una idea principal, un punto de partida que trace la dirección a la cual se desea llegar haciendo uso de las tecnologÃas disponibles armonizándolas con la tradición de la casa. Posteriormente, el trazado de cada carátula puede emplear hasta dos años de leves modificaciones que requerirán de una aprobación final, desde bocetos hasta la producción, los diseñadores efectúan continuas evaluaciones para conseguir el mejor de los resultados, una pieza atemporal, reconocida no solo por la Manufactura, sino por los principales actores de la más alta relojerÃa y claro, por el coleccionista final.
LANGE 1  y la Proporción Ãurea
Develado por primera ocasión en 1994, la pieza se ha convertido en un icono de diseño y en el modelo más reconocido de la marca, su doble apertura âen la carátulaâ para el fechador, asà como su arquitectura descentrada constatan el principio armónico del que hablábamos al principio, el del trabajo en equipo salpicado de talento y paciencia, que además se refleja en una distribución áurea, número algebraico irracional asociado a la arquitectura y otras artes con respecto a su divina proporción y equilibrio estético.