WW-OTOÑO 2012. La inspiración es resultado de lo irracional, de lo experimentado a nivel emocional, pero que posteriormente cobra vida en algún lugar del cerebro. No obstante, la expresión creativa más espectacular es la que deriva del inconsciente. La realidad delimita lo que podemos lograr de acuerdo a lo que los avances de la ciencia nos permiten. Por el contrario, dentro de los sueños, la única limitante es el universo creativo de la mente.
Existe una relación directa entre la proyección de una pieza de alta relojería y la experiencia del diseñador encargado de su trazo. Dicho vínculo se nutre de contemporaneidad, de las tendencias de la industria y de la evolución de la misma. Sin embargo, hay piezas que rompen cualquier convencionalismo y desafían de manera constante lo que comúnmente adjetivamos como “tradicional”.
La grandiosidad de la mente pone en predicamento lo “imposible”, ya que pone a prueba al más hábil relojero, ingeniero o artesano, lo suficientemente “loco” para aceptar el reto que alguna vez alguien consideró posible dentro de su sueño.
Cada año, en la relojería moderna nos preguntamos cómo serán las tendencias del siguiente período, las características de las nuevas máquinas, los insólitos materiales y el color de moda. Por otro lado, la atención del coleccionista y la prensa, se centra en lo que jamás pudieron prever. Piezas que erizan la piel y se adueñan de nuestras expresiones faciales dibujando sonrisas y gestos de asombro. Ya sea una Horological Machine de MB&F, el flamante Opus de Harry Winston, o la maravillosa incongruencia creativa del Señor DeWitt (por nombrar algunas), las piezas radicales conocidas a menudo como Concept Pieces, asombran a propios y extraños, a periodistas jóvenes y a experimentados, a coleccionistas formales y audaces.
Marco Alegría