Dos de las complicaciones más solicitadas por los coleccionistas han sido propuestas en esta colección insignia de Ulysse Nardin, y es que no entendemos la marca sin su inspiración oceánica, y tampoco entenderíamos la relojería suiza sin el papel fundamental de la Casa con sede en Le Locle entregando este tipo de piezas.
Una referencia que se presenta con todas las condiciones mecánicas de un calibre de manufactura con espiral y escape de silicio, pero que además exhibe su belleza a partir de la producción propia de sus carátulas en el atelier de Donzé Cadrans, con lo cual se garantiza una estética decididamente atemporal y llena de historia.
El dial ha sido desarrollado a partir de la técnica de esmalte gran fuego, que requiere diferentes capas de este precioso e inalterable polvo a diferentes intervalos en diferentes temperaturas. Luego de un proceso de rigurosa atención, el color natural del esmalte se fija a la placa metálica con tanta solidez que jamás perderá sus condiciones de brillo o tonalidad. El Grand Feu está considerado como una de las técnicas más complejas para embellecer una carátula, data del siglo XVII y se profesa en el Cantón de La Chaux -de- Fonds desde hace siglos.
Mecánicamente no hay “fugas”, con un calibre de manufactura UN-153 que hace vibrar al órgano regulador a razón de 4 Hz, para conceder energía tanto a las indicaciones del calendario anual (una sola corrección durante el mes de febrero), como al sistema de cronógrafo, todo ello al interior de una generosa caja de 43 mm de diámetro, que se abraza al pulso mediante una correa de piel de cocodrilo color azul, en sintonía con las agujas e índices de la referencia. La manipulación de este sistema es fácil de ejecutar, pues las funciones del calendario pueden ser atrazadas o adelantadas sin problema alguno.