WW-PRIMAVERA 2012. Hace 40 años Audemars Piguet creó el primer reloj deportivo de lujo –adelantándose a su época– y lo convirtió en un icono de la relojería moderna, en la que ha dejado una honda huella: se trata del Royal Oak.
Para conmemorar sus cuatro décadas de existencia, la Manufactura de Le Brassus presenta ocho modelos que ostentan con orgullo los códigos distintivos de la colección original.
El inicio de una leyenda
La historia de la relojería moderna dio un giro decisivo en 1972 con el nacimiento del Royal Oak, un reloj que no respondía a ninguno de los estándares de la relojería tradicional y que, por supuesto, cambió radicalmente las líneas.
Pocos fueron los observadores en el Salón de Basilea en la primavera de 1972, que apostaron por el éxito de un movimiento mecánico ultraplano en caja de acero que se vendía al precio de un reloj de oro. Sin embargo, con el paso de los años, el modelo creado por Gérald Genta para Audemars Piguet ha demostrado su pertinencia.
Un modelo que rompió esquemas
El éxito del Royal Oak no fue inmediato debido a que sus 39 mm de dimensión rompían con los esquemas establecidos en la década de los 70, caracterizada por relojes de pequeñas dimensiones.
La revolución que este modelo iba a desencadenar en el universo de la relojería apenas se estaba gestando: era la primera vez que un reloj no destacaba exclusivamente por su técnica y sus materiales, sino también por su imagen.
Este inesperado giro modificaría el hasta entonces conocido sistema de valores de la relojería. En ese nuevo rumbo, la calidad y la fiabilidad eran esenciales y el Royal Oak ofrecía ambas cualidades, por lo que se consolidó como un modelo de alta gama.
Pocos años después, este reloj de diseño diferente sedujo a un público de iniciados: coleccionistas, exitosos hombres de negocios, así como figuras del jet-set internacional lo lucieron con orgullo en eventos de todo tipo.
De vuelta a sus orígenes
Cuarenta años después, Audemars Piguet se prepara para seguir cosechando éxitos a través de las ocho nuevas referencias que completan dos familias distintas dentro de la colección Royal Oak: por un lado, la de los extraplanos y por otro, la que engloba a los automáticos y de cuarzo. Los primeros presentan ahora un motivo PetiteTapisserie, mientras que los segundos se caracterizan por carátulas con motivo Grande Tapisserie.
Lo realmente destacable es que aun cuando ambas líneas son visualmente distintas –sobre todo en sus carátulas–, logran reinterpretar los códigos y los valores originales de la colección. En pocas palabras, son la expresión de la evolución que ha transformado a este reloj de vanguardia en un modelo icónico.