La horología de taller, de construcción completamente manual es una disciplina que muy pocos son capaces de realizar, y es que el mercado demanda cada día más piezas, y con una precisión que “el inevitable error humano” no puede alcanzar pero…
…El arte de la relojería no se construye con máquinas ni se estampa con láser, así es el coleccionismo que nos apasiona y fascina, la fundición del horloger con el guardatiempo que, de inicio cumple la función de guardar el tiempo que el relojero invirtió en su construcción.
Así surge el proyecto Le Garde Temps, de la comunión entre Robert Greubel, Stephen Forsey y Philippe Dufour, quienes en 2009 lanzaron un proyecto que este 2016 será una realidad: una serie de 11 relojes completamente desarrollados a mano, desde cortar el metal, realizar las espirales y afinar las piezas, esto en comunión con Michael Boulanger, relojero y profesor de horología, quien tuvo como misión legar el conocimiento a algunos otros artesanos para el desarrollo de las piezas.
Así pues, destacamos la línea del tiempo: en 2007 se comienza con la idea a fin de atesorar la artesanía relojera para las siguientes generaciones; en 2009 el proyecto se lanza en el marco del SIHH de Ginebra; para 2012 comienza la construcción del tren de engranaje, cubo de barrilete, etc, pero para 2013 se desarrollan los ébauches, componentes esenciales para el movimiento; 2014 trajo la construcción del torbellino arranca y en 2015 se presenta el trabajo “casi final” de la pieza, a la cual tuvimos acceso.
La pieza ha sido construida completamente a mano, y en el interior late un movimiento de tres manecillas con segundero a la altura de las 8:30, mientras que las horas y minutos se leen por aguja en la carátula principal entre las 12 y las 3 h, siendo esencial el torbellino, que late a las 6 h a una frecuencia de 2.5 Hz.
Felicidades por la culminación de esta obra, que más allá de realizar una pieza de auténtico museo, ha entregado conocimiento y responsabilidad por la construcción relojera artesanal.