La repetición de minutos es una de las complicaciones más poéticas de la horología contemporánea, artesanal y, por ende, suiza. Esta misma surgió de la necesidad de poder conocer el tiempo a toda hora sin necesidad de mirar el reloj gracias al sonido que, en ocasiones puede hacer las de música debido a su riqueza.
No obstante, contrario a lo que pudiera pensarse, los suizos no inventaron el mecanismo de repetición, pero han sido los encargados de perfeccionarlo salvaguardando la concepción inicial de 1676 del clérigo inglés Edward Barlow. Responsable del piñón y de una variante del caracol en función de la repetición, el reverendo tomó como inspiración la imposibilidad de conocer el tiempo exacto durante la noche y bajo condiciones de poca luz. El mejor tipo de relojes de repetición contaba con un tren de engranaje adicional para el mecanismo de percusión, mismo que se activaba mediante un tiro de “cordón” que indicaba las horas, cuartos o incluso los minutos a través de un golpeteo de campana -fabricada en una mezcla de cobre y estaño- ubicada en la parte posterior de la caja. En 1800, los relojeros suizos depuraron la activación del sonido mediante gongs de alambre en beneficio de la optimización del espacio.
Para el siglo XIX, la fabricación de este tipo de piezas tuvo un pronunciado declive a consecuencia de importaciones relojeras más económicas. El alto costo de un mecanismo repetidor, también era la razón que limitaba su compra a un selecto número de clientes que tuvieran la capacidad económica para adquirirlos, operación comúnmente realizada como símbolo de estatus.
Actualmente, un dispositivo de cremallera y caracol es el más popular para la activación del artilugio, mismo que se acciona tirando del gatillo, el cual libera la energía contenida dentro de un muelle independiente, que consecuentemente detona el mecanismo de repetición a través de una secuencia de repique.
Ahora bien, haciendo a un lado la definición de la repetición de minutos, abundaremos en la conexión que Girard-Perregaux tiene con la misma. La firma fundada en 1791 ha desarrollado piezas de inconmensurable belleza a lo largo de los tiempos y, como cada Casa de alta manufactura, domina las complicaciones más exclusivas, por lo que este año no solamente desarrolló un repetidor, sino lo dotó de torbellino, desnudó su carátula y exhibe su calibre emblemático dotado de puentes de oro totalmente funcionales.
El resultado es una pieza que no solamente indicará el paso de las horas (un tono), cuartos (dos tonos) y minutos (un tono), sino que incorpora un tourbillon en punto de las 6 h. Su movimiento mecánico de carga manual es un motor bellamente decorado con puentes en forma de flecha y que latirá a una frecuencia de 3 Hz durante un mínimo de 58 horas.
Finalmente mencionamos que debido a la complicación de la pieza, el reloj está limitado a 10 piezas para todo el mundo, y se abrazará a la muñeca del mismo número de afortunados gracias a una correa de aligátor negra con pespuntes a mano y triple cierre desplegable de seguridad realizado en oro rosa.