El azul es el sonido de Ulysse Nardin, Manufactura que se ha ligado a la alta complicación desde sus inicios, pero que incursionara en los temas de la sonería y alta relojería astronómica a partir de la gestión y compra de Rolf Schnyder en 2011, quien adquiriera la compañía en 1983 y desarrollara la marca al grado tal de construir el primer reloj con tecnología de silicio para el escape (Freak en el 2001), además de una Trilogía del Tiempo compuesta por: Planetarium Copernicus, Astrolabium Galileo Galilei y Tellurium Johannes Keppler,y presentara el primer calibre totalmente in-house de la nueva era, el 160, para celebrar 160 años de la Casa. Asimismo, Schnyder entregó colaboraciones relojeras de la más alta talla: se trabajó con Giulio Papi para el Hourstriker San Marco, con Ludwig Oechslin para el Freak y muchas innovaciones más apoyadas por Mr. Silicio: Pierre Gygax, material que detonara el crecimiento e importancia de “La Pequeña” Ulysse Nardin como líder en innovación y creatividad relojera.
Sonido Imperial
Asimismo, con Christophe Claret ha colaborado para los repetidores autómatas, y en el caso específico de la pieza que abordaremos, una obra maestra de la ingeniería, la mecánica, la belleza y la música, pues se trata de una de las complicaciones y complejidades más elevadas de la horología: grande sonnerie-sonería con carillon Westminster, producto del diestro Claret en colaboración con el equipo de Ulysse Nardin, quienes desde Le Locle buscaron darle nuevas transparencias al sonido y teñir las notas de azul gracias a una platina transparente de cristal de zafiro y a un puente azulado del mismo material, que además suspenden a un torbellino volante en punto de las 6 h, al tiempo que sus dos martillos y cuatro diferentes timbres que tocan las horas, los cuartos y minutos de manera armoniosa, percibidos al oído en: Mi, Do, Re, Sol.
Al interior de una caja de oro blanco de 46 mm de diámetro, late el calibre UN-970 desarrollado para Ulysse Nardin, mismo que posee 84 joyas, puentes y platina hechos en cristal de zafiro, por lo que su desarrollo llevó cinco años aproximadamente, al tiempo que el movimiento continuará su marcha durante no menos de 50 horas.
Finalmente, y mencionando un poquito de la historia de esta complicación, la reina de todas, debemos mencionar que la Grande Sonnerie comenzó a utilizarse en el año 1300 en relojes monumentales, al menos 100 años antes que las manecillas aparecieran en las carátulas de los relojes, y con siglos de ventaja a la aparición del reloj de bolsillo y la miniaturización. Esta función se utilizaba en las poblaciones, a fin de que a distancia se pudieran escuchar, por lo que la incorporación a un guardatiempo de estas dimensiones sugiere todo un reto, y más cuando se trata de realizar parte del movimiento en cristal de zafiro, aplausos para Ulysse Nardin, la “pequeña” gigante relojera…