Hace más de año y medio que no platico con el Sr. DeWitt, un hombre apasionado, pero sobre todo amable, sencillo y genial, en el sentido de una inteligencia superior, que nos invita a pensar en maravillas mecánicas y patentes provenientes de un sujeto que nació para impulsar a la ingeniería y mecánica relojera con sello propio.
El tourbillon es uno de los sistemas más complejos al interior de una pieza de relojería; la complicación por excelencia, y es así que DeWitt la reinterpreta a partir de su sistema de cuerda automática secuencial impulsado por un rotor de carga periférica que entregará la energía al engranaje de forma constante gracias a que el muelle real se enrosca al interior del barrilete de manera secuencial. De acuerdo a las cifras de la casa relojera, el reloj funcionará en un rango de entre el 92 y 96% de par, apoyados por la efectividad del sistema de escape, precisión puesta en evidencia gracias a la acción del segundero, manecilla que parte del centro y que es tan precisa que acompaña al tourbillon –de sesenta segundos– de forma equivalente.
Mención aparte merece el calibre DW 8015 de 334 piezas, que late gracias a una espiral con sello DeWitt y curva Philips, fabricada en un material registrado compuesto por 7 elementos que la hacen: irrompible, autocompensatoria, antimagnética e inoxidable, cualidades que –definitivamente– inciden en la efectividad del reloj.
Finalmente, debemos mencionar la estética de la pieza, que exhibe una obra arquitectónica en miniatura en forma de calibre, que además entregará la indicación de la reserva de marcha de no menos de 72 h indicada en posición de las 9 h, e igualmente proveerá de un espectáculo mecánico-relojero sin igual con dimensiones de 46 mm, en oro rosa de 18 quilates. El nuevo movimiento presenta acabados de alta relojería como el perlado, pulido, satinado y puentes biselados, mientras el calibre exhibe un Côtes de Genève minucioso y detallado.