¿Quién dijo que tener los pies bien plantados sobre la tierra era lo conveniente? A veces el impulso del ser humano para vencer lo imposible lo lleva a conquistar nuevas alturas, al cielo, a volar y a desafiar los paradigmas de la humanidad.
Ese mismo espíritu es el que promueve JEANRICHARD desde 1861, cuando Daniel Jeanrichard desencadenó la ola creativa que habitaba en su cerebro y decidió incursionar en el arte de medir el tiempo de forma mecánica, y si en estos tiempos trasladáramos ese espíritu a cualquier otra empresa, seríamos testigos de la genialidad de un hombre que decidió escribir sus propias reglas para revolucionarse a sí mismo, y lograr adeptos, cómplices en el camino.
Es así que JEANRICHARD no solo es una manufactura, sino una filosofía de vida, un reloj que exhibe la personalidad de su afortunado poseedor en diferentes horizontes: marino, terrenal y aéreo, y de éste último destacamos el Aeroscope, un instrumento que se beneficia de la modularidad de un instrumento que ha sido creado para incursionar en prácticamente cualquier actividad que se realice, soporta y se mira de inmejorable manera sea cual sea el escenario en el que deba de actuar, es JEANRICHARD.
La libertad para volar nos lleva a utilizar el DLC y toda la tecnología del titanio para entregar una caja irrayable y conferir ese aire de distinción a los amantes del aire y los cielos. Asimismo, la marca posiciona un par de referencias que se ajustarán a sus necesidades estéticas y solicitud de prestaciones, ya sea que opte por la fácil lectura de las horas, minutos y segundos con fechador, o decida ponerse deportivo con el módulo cronógrafo, el Aeroscope jamás desentonará con su manera de vivir, por el contrario, elevará el contenido artístico al hacerlo.