El arte de la arquitectura relojera
La Maison ha sorprendido con la creatividad relojera observada en las nuevas colecciones. Clé es un ejemplo perfecto de la visión de la marca hacia futuro, de su búsqueda incesante y acelerada en la última década, lapso en el que la Casa ha desarrollado 45 movimientos manufactura, un verdadero récord que favorece la independencia y pone en alto el nombre de Cartier como protagonista de la industria de la medición del tiempo.
En los últimos años hemos visto el surgimiento de complicaciones tan propias de la marca como el Astromystérieux, la renovación de Crash −cuyo calibre ha sido desarrollado en función de la forma de su emblemática caja−, o el Rotonde Tierra y Luna. Sin embargo, la esqueletización en Cartier ha marcado un antes y un después en la ejecución de este oficio.
La vasta tradición relojera y las artes decorativas propias de la Casa nos remontan a la década de los 30, cuando Cartier firmaba sus primeros relojes esqueletos, así como a una patente que la Maison presentó hace ocho años, cuando construyó el primer calibre esqueletado cuya arquitectura contribuye a la lectura de la hora. Se trata de una geometría esculpida en forma de números romanos, típicos del “Rey de los Joyeros”.
Al igual que en otros de sus relojes esqueleto, los números, puentes, XII–I–II–II–IIII–V–VI, han sido esculpidos eliminando la materia que les circunda, un ejercicio posterior a la revisión de las tolerancias y solidez que un calibre requiere para garantizar su precisión. Tanto el tren de engranajes como el muelle real, órgano regulador y sistema de escape, pueden ser admirados a través de una transparencia total desde la cara frontal e incluso al reverso. Destaca una masa oscilante a juego, esqueletada, cuya construcción ha echado mano del oro de 22 quilates con la intención de remontuar de manera óptima al mecanismo y garantizar una reserva de marcha de 48 horas con toda la cuerda dada.
Clé: un icono contemporáneo
Como ningún otro, un Cartier es reconocible a partir de sus líneas, volúmenes y movimiento… el estilo Cartier reposa en la fuerza del diseño, y el reloj Clé de Cartier, que “abriera los ojos” en 2015, es la más reciente de las expresiones relojeras de la Maison.
La particularidad de Clé reside en su magistral corona, que fue concebida bajo una renovada visión horológica, un código que a muchos coleccionistas les ha parecido espectacular.
El motor, punta de lanza…
Se trata del primer movimiento esqueleto de remonte automático de Cartier: el calibre 9621 MC está desarrollado científicamente para enaltecer la estética de una pieza que pone como centro de atención esta arquitectura relojera en donde no se requiere la carátula para enamorar al propietario, ya que la emoción estética proviene de una visión mágica de ingeniería y pureza. Sin duda este movimiento será el catalizador de calibres esqueleto de carga automática, por lo que esperamos ver más desarrollos en esta dirección y cada día más complicados.
Desarrollado en una caja de 41 mm de paladio 950, la corona Clé de zafiro hace juego con las emblemáticas agujas tipo espada de la referencia, que marcarán las horas y minutos con precisión total. Se abrazará al pulso mediante una correa de piel de aligátor negra con hebilla desplegable ajustable de oro de 18 quilates. Posee un nivel de hermeticidad de 30 metros y está disponible también en versión engastada con diamantes talla brillante.