La colección 1966 de Girarard-Perregaux constituye la esencia de la marca gracias a su diseño fluido y atemporal, clásico y elegante.
Este 2016, la marca con sede en La Chaux -de- Fonds y fundada en 1791, propone regresar a las bases de la mecánica a fin de exhibir el trabajo que un reloj lleva a cabo en su interior con la finalidad de indicar el tiempo a través de sus manecillas.
Desarrollado al interior de la manufactura, este calibre recibe un tratamiento galvánico a fin de colorear sus superficies en una tonalidad antracita, está conformado por 173 componentes, visibles –en su conjunto– gracias a la transparencia de dos cristales de zafiro que se acoplan a una caja de 38 mm de diámetro construida en oro rosa de 18 quilates.
El mecanismo es de remonte manual y posee una confiable frecuencia de 4 Hz, que puede ser admirada en punto de las 12 horas gracias a su trabajo de esqueletización. Otro de los atractivos de la pieza es el barrilete, que podrá ser visto en todo momento, exhibiendo el enroscamiento de la cuerda generado por la masa oscilante situada en el reverso de la pieza. basado en el GP1800, la autonomía de este motor alcanza las 54 horas de reserva de marcha con toda la cuerda dada.