La ciudad del eterno romance y el joyero, inseparables, hoy se encuentran unidos por un hilo creativo invisible, un encanto muy francés: la Colección Paris Nouvelle Vague.
En esta ocasión Cartier nos regala una recopilación creativa de joyas y sortijas de coctel en las que logró captar la esencia de la mujer parisina, es por ello que esta colección fue concebida como un homenaje a sus matices, sus colores, sus secretos de seducción y de estilo.
A través de esta hermosa colección podemos ¡recorrer París de un barrio a otro! En este viaje, la parisina se reconoce, a veces juguetona, a veces fatal o brillante y delicada, pero siempre elegante.Para ella, Cartier imagina joyas que definen un estilo y traducen la modernidad y la libertad de ser de la eterna parisina.
Cada una de estas joyas comparten los códigos Cartier: rigurosidad gráfica perturbada por la feminidad, un toque de fantasía sofisticada, espíritu y modernidad clásicos. ¡Disfruten el viaje!
Espiègle- Traviesa
Jardín de las Tullerías
París no es solo seriedad para quienes saben rescatar su infancia durante la hora de los tiovivos. La rueda gira como un anillo erizado de felicidad que se estremece de carcajadas. El cielo despliega sus colores, azul, verde, matices de cabujones de lapislázuli y crisoprasas en puntillas móviles que se alzan y tintinean, confetis golosos como un racimo de globos electrizados de brillantes. La parisina lo da todo en un instante, por el humor, la fantasía, o el vuelo de una joya extravagante.
Voluptueuse- Voluptuosa
Ópera
La ciudad tiene sus encuentros barrocos, donde la arquitectura es a la vez fasto y ligereza, donde la jet-set es ante todo parisina y viceversa. Una cúpula neoclásica, oro para la luz calada de resplandores, la promesa de cielos deslumbrantes, de joyas para la noche, ideales para las veladas.
Aderezos voluptuosos por la riqueza de los materiales, el refinamiento del enmallado. Círculos, líneas quebradas, perlas y diamantes perfilan el aspecto, encorsetan lo íntimo en la transparencia y el secreto, sortijas como cúpulas coronadas por una perla o un diamante, brazaletes puño en arabescos…
Impertinente
Jardín de Luxemburgo
En París, donde el sol cuenta con sus jardines, sus evasiones traviesas, sus besos robados a la sombra de las estatuas, todo está permitido. En la margen izquierda, la naturaleza florece con la fantasía parisina, juguetea con sus colores y entona un himno a la alegría, a las rondas acuáticas, a las locuras de juventud y a las lecturas que quitan el aliento. Jugar con el espíritu de la época, redondear el estado de ánimo con joyas en movimiento, espirales en ónix, diamantes y lapislázuli. La vanguardia a flor de piel, para provocar una vida en colores e imbricar las curvas en un juego gráfico y delicado de joyería que cisela el oro en rayos de sol.
Affranchie- Emancipada
Trocadero
Radicalmente París, cuando la ciudad se eleva y exige inteligencia y cultura. Lugar de arte y de reflexión en los escalones del Palais de Tokyo, donde las parisinas, mitad chico, mitad chica, sofistican el pensamiento con un trazo de su ingenio. Modernas, estructuran su aspecto engañosamente sencillo, artistas de un estilo gráfico por la nobleza minimalista de un brazalete rígido, juncos de oro amarillo ceñidos por la geometría de dos motivos en tête-à-tête. Dos medias esferas graduadas en gradación de colores, cintas de cuarzo ahumado, de hematitas, de amatistas y diamantes calibrados. Ordenanza estricta para joyas de una rigurosidad estrictamente personal, singularidad de la parisina emancipada.
Pétillante– Centelleante
Moulin Rouge
¡París es una fiesta! Fuegos artificiales para quienes viven la noche cuando the show must go on… Las estrellas despiertan y resplandecen como el oro hasta el alba. Y esta noche las estrellas bailan, festivas y alegres como una sortija en el frufrú de cuentas de oro picadas de diamantes y zafiros rosas. La extravagancia entra en escena y en cadencia, explosión coqueta para una joya festiva que sigue el movimiento parisino, el resplandor centelleante de una velada llena de exuberancia.
Délicate-Delicada
Una calle de París
Bajo el cielo de París, gris o azul, la ciudad atemporal despierta, elegante y libre. Todo está en los detalles que atraen la mirada de quien sabe observar: un balcón, una cornisa, un alineamiento depurado y gráfico. El material es hermoso, color gris pizarra, piedra de talla y sencilla. Pero, ¿de dónde viene el encanto? Del aspecto de una calle, del caminar de una parisina de hoy, libre y delicada como dos anillos planos que se hacen uno. Espiral de oro blanco o rosa, mitad diamantes, mitad desnuda, en sortijas y colgantes en sutiles matices de resplandor. El secreto a flor de piel de un clasicismo perpetuamente en movimiento.
Glamour-Glamurosa
Muelles del Sena
¿Acaso es ella, su caminar, su mirada seductora divisada en los muelles, Malaquais, Voltaire, Bourbon, Anatole France? París navega a sus pies, que avanzan con un paso que se contonea. Parisina que despliega sus encantos como una sortija espectacular con ligeras ondulaciones y reflejos cambiantes, entre luz y sombra, laca negra y diamantes. El Sena ondula, la joya sigue el ritmo, curva fatal, fluida como un parpadeo de intensa joyería.