Hace unos meses, cuando platicábamos con François-Henry Bennahmias, CEO de Audemars Piguet, dentro del marco esplendoroso que representa el SIHH en Ginebra, tanto a mi Director General, Guillermo Lira, como a un servidor, nos llamó –poderosamente– la atención la sencillez y calidez humana de un hombre que dirige una de las Manufacturas más importantes en la industria de la relojería.
¿Y por qué comienzo esta nota con esta introducción? Es mi intención ligar al mundo del lujo con el lado opuesto de la moneda, la pobreza, el hambre y la necesidad infantil por sobrevivir. François lo entiende perfectamente, y es por ello que ha programado actividades diferentes a la de las labores publicitarias o de mercadeo tradicionales, para enfocarse en transformar a Audemars Piguet en un cuidador de la sociedad, particularmente de la gente que menos tiene.
Tal es su compromiso que en los últimos años anunció la eliminación de su huella de carbono, ejercicio que va más allá cuando se liga al arte y al talento humano, pero que aterriza en el espíritu de quien escribe gracias a lo que estoy a punto de compartirles: la Fundación Audemars Piguet apoya al Centro de Agricultura Alternativa, con sede en Montes Claros, Brasil, que ofrece tierras y un nivel de vida digno a los pobladores del Cerrado de Brasil, zona campesina ubicada al norte de Sao Paulo.
Niños, mujeres y ancianos fueron despojados de las tierras fértiles para las actividades mineras, ganaderas y de siembra, que beneficia a los grandes productores y empresas particulares, pero que ataca directamente a los pequeños agricultores y los obliga a buscar un futuro incierto y desprotegido. Audemars Piguet apoya con financiamiento y recursos tres partes del programa de la Entraide Protestante Suisse: formación de los agricultores jóvenes, la restauración de la biodiversidad y la reforestación de las tierras.
Una de las principales tareas del CAA, es convencer a las futuras generaciones de agricultores de que la siembra ecológica es el mejor camino para realizar una actividad sustentable, respetando el ambiente y aprendiéndolo a explotar sin causarle daños irreparables. Las familias necesitan ser capacitadas para aprender las técnicas agrícolas modernas, que reciben semillas que se adaptan a los suelos degradados por los cambios climáticos.
Es así que gracias a la Fundación Audemars Piguet, creada en 1992, podemos garantizar un mejor futuro a quienes se afilian a la CAA, al tiempo que se procura el planeta en el cono sur del Continente Americano, algo lejos del Vallée de Joux, pero que se acerca mediante una iniciativa realmente excepcional.