El concepto básico del tiempo es tan antiguo que apareció mucho antes que el hombre; llegó con la formación de los planetas y sus satélites mediante un polvo espacial o la mezcla que definimos como «Universo». Lo cierto es que el ser humano generó una ciencia a partir de la observación de dichos fenómenos, actividad que transformó en profesión y posteriormente en relojería…
Es cierto que los relojes fueron creados por el hombre para cubrir una necesidad básica: el paso del tiempo de manera precisa y fragmentada, no obstante la crisis del cuarzo demostró que la alta relojería, sus procesos y la dedicación del artesano deben ser considerados algo más que un producto o servicio, arte.
Este año tuvimos la oportunidad de conocer una propuesta –conjunta– que privilegia los fenómenos astronómicos en las carátulas y movimientos relojeros, pero que ha llegado a tal especialización que demuestra hasta el más leve cambio en una fase de Luna, discierne con respecto a los años bisiestos y a la posición de la Tierra en su movimiento de traslación en comunión con el Sol, lo que nos lleva a hablar de A. Lange & Söhne y su maestría para poderlo conseguir: Richard Lange Calendario Perpetuo “Terraluna”.
Sus múltiples funcionalidades van más allá de su estética depurada, solamente imagínese la complejidad para situar la indicación de las horas, minutos y segundos, añadir un calendario perpetuo con gran fechador, es decir: día de la semana, mes, y año bisiesto, igualmente entregar una indicación de cuánta energía resta en el barrilete para observar la indicación orbital de las fases de la Luna con indicación día/noche por el anverso del reloj, ¿ya lo imaginó?
¡¡¡Ahora contémplelo!!!
Por la parte mecánica debemos mencionar que A. Lange & Söhne se unió a la muy selecta lista de manufacturas capaces de realizar la espiral del volante y el muelle real en el 2003, lo que responde a la búsqueda de la más alta precisión desarrollada al interior de la misma casa relojera. En el caso particular del “Terraluna” homenaje a Richard Lange, el calibre de cuerda automática L096.1, latirá a una frecuencia de 21,600 a/h = 3 Hz durante –al menos– 14 días (336 horas) con toda la cuerda dada gracias a dos barriletes. ¿Cómo lo hace? Se dice fácil, pero se requiere de un sistema de energía constante para mantener y garantizar la estabilidad de la marcha. Este efecto se logra gracias a un mecanismo de reajuste de tensión que compensa los efectos para transmitir una constante igual de cantidad energética al accionamiento del volante por intervalos de diez segundos, por lo que al garantizar la estabilidad de la amplitud y la precisión de marcha se consigue una autonomía realmente impresionante, visible en posición de las 6 horas en la carátula.
Arquitectura y estética Made in Germany
Una obra de arte de tal naturaleza debe contar con todos los elementos inherentes a esta definición, por lo que la concepción y legibilidad de la pieza deben formar parte del conjunto y obedecer al magistral trabajo de mecánica realizado en el calibre. Tres discos de oro blanco han sido utilizados para la indicación poética de las fases de la Luna, mientras que en su “cielo” han sido trazadas más de 1,200 estrellas, pero eso no es todo, el anverso del reloj exhibe la rueda de volante cuál si se tratara de la posición del Sol en forma real, lo que hará que el disco de las fases lunares camine de manera correcta con respecto a dicha posición, logrando con ello el trazo de una indicación día/noche, igualmente, si trazáramos con una regla una línea imaginaria con respecto al volante (Sol), podríamos conocer las horas de acuerdo a los husos horarios dados por el hombre y los organismos que ha creado para ello. Podemos mencionara –además– que el disco de la Luna gira en contrasentido a las agujas del reloj, lo que se refleja de forma exacta obedeciendo al periodo orbital sinódico de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 3 segundos, a corregir una vez transcurridos 1,058 años.
Finalmente hablamos de la parte frontal de una pieza que obedece al principio fundamental de A. Lange & Söhne, es decir, la legibilidad. Contar con mecanismos de micromecánica tan precisos puede ser sinónimo de una compleja lectura de sus indicadores, no obstante en “Lange” ningún detalle se pasa por alto y mediante la apertura de cuatro ventanas, indica la gran fecha (días y mes por dos pequeñas ventanas); una pequeña ventana redonda a la derecha, junto al 15 del círculo de los minutos, se encuentra la indicación del año bisiesto, que necesitará un solo ajuste en el año 2100. Las horas, minutos y segundos aparecen descentrados en configuración parecida a la de un reloj regulador: horas a la derecha, minutos al centro y segundos a la izquierda. Fácil de leer, pero todo un reto para la construcción, posible gracias a la manufactura de Sajonia.