Greubel Forsey representa más allá que su mecánica de excelencia y la complicación una idea y una visión del desarrollo de la relojería contemporánea apegada al mensaje esencial de la misma.
Quienes aman la marca notarán que hay claves de diseño y de construcción que se respetan en todas y cada una de las piezas. Y si bien sus sonerías, calendarios perpetuos y sus tourbillones conquistan siempre las reseñas relojeras, cuando se desarrolla una pieza como ésta también se distingue el ADN de la marca en cada centímetro de la misma.
De acuerdo con la firma, el propósito de dicha creación fue realizar una pieza más compacta, pero que no perdiera la proporción ni la tridimensionalidad, mostrando su rueda de balance en todo su esplendor y haciendo uso de sus oficios para lograr rasgos estéticos idénticos a los de toda su gama.
El tiempo como protagonista
Es la pieza más contenida, hablando de la extensión de la caja, jamás propuesta por Greubel Forsey, por lo que se extiende en apenas 39.6 mm de diámetro para la exhibición de las horas, minutos y reserva de marcha. Es decir, el total del reloj ha sido preparado para mostrar una potente rueda de balance de 12.6 mm de diámetro.
Las horas y minutos descentradas, el indicador de reserva de marcha y el pequeño segundero harán las delicias de los amantes de la relojería en diferentes planos. Mientras que en el interior late un calibre mecánico de cuerda manual dotado de 72 horas de autonomía a 3 Hz gracias a dos barriletes acoplados en serie.
Dos series limitadas se proponen como lanzamiento: caja de oro blanco y caja de oro blanco ligeramente incrementada con engaste de diamantes talla baguette, ambas a 33 piezas.