Precisión en condiciones adversas, es la premisa que ha guiado el trabajo de Ball Watches desde 1891 cuando se suscitó la llamada “Tragedia de Kipton” en la que dos trenes colisionaron en Ohio aparentemente por que el reloj de uno de de los ingenieros estaba retrasado…
Para asegurarse de que nunca volviera a suceder un acontecimiento de esta naturaleza Webb C. Ball desarrolló un sistema denominado Ball Time Service y se comenzó la implementación de prácticas estandarizadas en la fabricación de los relojes de bolsillo para asegurar su fiabilidad y precisión. Pronto la gente ponía sus relojes a tiempo tomando como base el horario del tren y Ball se convirtió en sinónimo de precisión y confiabilidad.
Desde entonces la historia de esta manufactura ha estado estrechamente ligada a los trenes.
Cuando Ball Watches cumplió 120 años de existencia se lanzó una colección realmente especial: la Trainmaster One Hundred Twenty, caracterizada por su aspecto elegante, su caja de oro macizo de 18 quilates y sobre todo por la extraordinaria luminosidad que sus manecillas de las horas, minutos y los indicadores de la hora ofrecen en la noche gracias a 14 microtubos de gas (exclusivos de Ball).
La caja mide 39.5 mm de diámetro y su carátula, ligeramente abombada, luce un patrón de rayos de sol que capta la luz desde todos los ángulos y está disponible en gris o plata. En su interior cuenta con un calibre automático ETA 2892.
Trainmaster One Hundred Twenty
Mecanismo: calibre automático ETA 2892
Funciones: horas, minutos, segundero continuo y fecha
Caja: en oro rosa de 18 quilates/Cristal: antireflectante convexo de zafiro
Carátula: gris o plata con índices de oro rosa
Correa: de piel de cocodrilo con hebijón
Resistencia a los golpes: 5000Gs
Hermeticidad: 50 metros.