No podemos predecir el futuro, y por supuesto que no conocemos lo que sucederá en los siguientes años, pero trataré de explicar el porqué de mi razonamiento en cuanto a la tecnología del instrumento inteligente calzado a la muñeca.
Resulta que en múltiples ocasiones hemos escuchado a personas decir que el siguiente paso de la relojería se ubica en las posibilidades de adaptarse a las necesidades de quienes lo compran, y por supuesto que dicha aseveración, desde mi muy particular punto de vista, carece de puntería.
La razón es muy sencilla y la explicaré mediante tres preguntas: ¿Qué sucedió con el reloj calculadora de los años 80? ¿Qué ha sucedido con los smartwatch presentes en el mercado? y ¿Qué hay de los objetos conocidos como wearable techs? Han acogido cierto mercado, se han posicionado en cierto número como útiles que cubren algunas “necesidades” creadas por el hombre, el mismo que dirige las compañías de tecnología, llámese Tim Cook o el director de Google, si lo analizamos desde el punto de vista objetivo, el Apple Watch no es tan novedoso, pero sí creó un enfoque diferente a las tecnologías poco populares como: los Google Glass, la pulsera Up de Jawbone, el Whithings Pulse, la Fitbit Flex, o los smartwatch de Samsung, Qualcomm, Neptune, o el instrumento de Sony. Su peso específico reside en ser Apple.
Así pues, y como principal competidor a la materia de horología mecánica, cuando la palabra gadget aún no era popular y los geeks no habían nacido, el fenómeno de la regulación por medio de un diapasón de cuarzo causó estragos en nuestra relojería de alta gama y precisión, por lo que un visionario generó un concepto diferente a su principal característica: ¿Cómo habría de defenderse la artesanía relojera suiza si su afamada precisión estaba en entredicho por primera vez durante al menos dos siglos?, se cuestionó quizás Nicolas G. Hayek.
La respuesta se encontraría en la esencia de la creación de un instrumento relojero y en el expertise adquirido y legado a diferentes generaciones, ese que limita a cualquiera de nosotros crear un microuniverso mecánico y darle vida a partir de nuestro movimiento, sea armando el barrilete mediante la corona, o en comunión con la gravedad si se trata de un calibre automático.
Pero eso no es todo, ya que además define la personalidad de quien lo porta, y se convierte en un objeto de arte que revela más de ti que los zapatos que llevas puestos y mucho más que la tableta que utilizarás durante la junta.
Posterior al torbellino del cuarzo de los años 70, el rol de un guardatiempo no se limitaría a indicar con precisión su función principal, sino que lo hará metales preciosos que exhiben acabados, grabados y decorados de la más alta ejecución artesanal, y que además innovan dentro de los parámetros permitidos y atesorados, no por quienes desarrollan la relojería, sino por quienes la compran.
Hoy en día las boutiques de relojes vintage están copadas de entusiastas a las piezas que alguna vez creyeron poder desechar. Sin embargo las raíces y la motivación por observar una década de su pasado, o recuperar las historias que nos definen como seres humanos es amplísima, por lo que desea saciarse su sed de leyendas relojeras mediante la adquisición de: un Moonwatch de OMEGA, un Carrera “Panda” original de la época, un Daytona con movimiento El Primero, quizás un Lange fabricado antes de la Segunda Guerra Mundial, o un Calatrava de Patek Philippe de los 30.
Dígame usted si el reloj de sus sueños no es el que portaba su padre, dígame si desea más que nunca entregar el control de su vida a un dispositivo intrusivo con su way of living, pues precisamente eso es Apple Watch y todos los wearables, que se alimentarán de sus hábitos y se conectarán con las redes sociales, fungirán de entrenadores durante sesiones de ejercicio y aprobarán o no nuestras conductas sedentarias. Pero no son su Nautilus de Patek Philippe.
Esta nueva inteligencia llena un espacio que no conocíamos previo a la llegada del internet como herramienta de comunicación masiva, o dígame usted, si es que miento, cuando garantizo que durante una salida con los amigos utilizamos el smartphone para interactuar con todos, menos los presentes en la sala.
De primera impresión, cada uno de las ventajas develadas con el Apple Watch parecen facilitarte la vida, pero ¿lo son? ¿Se sentirá usted cómodo utilizando un reloj hasta para dormir con su “novedoso” sistema de alarma? ¿Aceptará el consejo de su nuevo entrenador personal durante sus sesiones de ejercicio? ¿Responderá mensajes desde su pantalla de mínimas dimensiones? ¿Se animará a pagar las cuentas con solo posicionar su reloj durante alguna transacción? Hoy en día tenemos un exitoso reloj conectado en Apple y en su tercera generación, pero dígame donde está el Apple Watch 1, o el 2 y en cuánto podría venderlo hoy día.
Imán al punto de venta
Hemos visto como Montblanc y TAG Heuer se acercaron a la relojería inteligente realizando sinergias con empresas de tecnología y sí, fueron exitosos. Pero el Connected Modular 45 de “TAG” y el Summit de Montblanc, son adiciones a la vasta clientela de este par de pilares de la industria, que además fungen como guía de tráfico para comprar el resto de los inventarios que exhibe el punto de venta. Eso sí es smart.
Sin duda la alta relojería se beneficia de este tipo de piezas, pues lejos de competir, conviven en un mundo acelerado, híbrido y sustancialmente opuesto; por un lado admiramos las obras de museo, las atesoramos y les brindamos un precio interesante en subastas y, al mismo tiempo, capturamos el momento con nuestro teléfono inteligente, las compartimos y nos convertimos en artistas por medio de las aplicaciones, es decir, la necesidad del hombre para expresarse lo es todo, y por ello a medida que crece la misma, la relojería no sufre, ni sufrirá de este tipo de inquietudes, no importa lo que suceda con el Apple Watch, si se cumplen las expectativas de ventas o resulta un fracaso rotundo, la horología suiza y artesanal no sufre, por el contrario, encuentra un valor por demás elevado y una diferenciación mucho más poética y esencial.
“Poseo un iPhone porque es el mejor teléfono del mundo, pero este instrumento no define quién soy, la mayoría tenemos un teléfono igual y no bastaría con cambiarle el color o las funciones para hacerlo personal. Su historia es innovación y resolución de problemas, para eso sirve, pero al paso de un tiempo esa innovación se vuelve obsoleta. Por el contrario, mi reloj cuenta una historia y espíritu que vive en Suiza, y que cita a pioneros que se suman para la superación de pruebas prácticamente imposibles como el oro irrayable, la utilización de fibra de carbón o la personalización de cada reloj para hacerlo único”: Jean-Claude Biver, Head of Watchmaking LVMH Division.
Apple Watch estará disponible en un rango de precios que comienza desde los 349 dólares, al tiempo que contará con seis versiones generales y diferente tipo de brazaletes para abrazarse a la muñeca, lo que nos garantiza que no competirá por precio, al menos con la relojería mecánica artesanal, no obstante podría hacer ruido en la mente del consumidor en el segmento de la relojería fashion, esperemos.