¿Podemos resumir 180 años de historia a través de una cuartilla? No, necesitaríamos mucho más que papel: videos, fotografías, historias, pero también podría brindarle una mirada a lo que, desde mi particular punto de vista, resulta más interesante.
Este año, en celebración de la semana de la Alta Relojería en nuestro país, la marca y su representación regional, con toda su plana directiva, hizo una visita y expuso en México tres de sus piezas más selectas, ejemplo tácito del enorme reconocimiento y respeto que Jaeger-LeCoultre ha trabajado a lo largo de su historia.
El mensaje, alta complicación
Si bien en los últimos tres años no hemos descubierto mucho más Hybris Mechanica, al menos no en la medida del inicio de la década. Anne Laure Ritter, Brand Manager de Jaeger-LeCoultre Latinoamérica y el Caribe, confió a Watches World que la alta complicación de la firma dará mucho de qué hablar en el próximo SIHH 2019. Esto llena de satisfacción a su clientela de aficionados y apasionados entusiastas que, si bien aprecian la relojería minimalista, se quedan sin palabras cuando descubren piezas como el Gyrotourbillon 3 Jubilee, el Duomètre à Sphérotourbillon o el Reverso à Triptyque traídos a México.
No somos una marca para el volumen, y está bien. Somos Jaeger-LeCoultre y no buscamos un reconocimiento a partir del marketing, sino a partir de nuestros relojes: Anne Laure Ritter.
Casa Fagliano – la visita
Don Eduardo Fagliano viajó desde Argentina para acudir a nuestro país y descubrir la pasión que siente México no sólo por la alta relojería, sino por el arte. Y hablando del arte de la peletería no hay mejor fabricante de botas para polo y artículos de piel para vestir a esta práctica en el mundo que los que fabrica Casa Fagliano.
Valores hermanados, coincidentes y visiones paralelas se replican en su taller, que data de 1892 y que ha permanecido como empresa familiar especialista en calzado para la práctica del deporte de los reyes. Su producción es cien por ciento artesanal y el tratamiento de sus cueros es conocido por su flexibilidad y resistencia. Ubicado en Hurlingham, Argentina, a las afueras de Buenos Aires, es la cuarta y quinta generación de artesanos dedicados al oficio. Cuentan, dentro de su clientela, con nobles, actores famosos y reyes, además de tener en su lista de pedidos a los mejores polistas del planeta.
Tres Grandes Complicaciones
Master Grande Tradition Gyrotourbillon 3 Jubilee: esencialmente es el tercer capítulo de la saga Gyrotourbillon iniciada hace prácticamente una década con la visión de traer la complicación mecánica del tourbillon a nuestro tiempo. Es decir, cuando se patentó dicho mecanismo se pensó para relojes de bolsillo, no obstante al mudar la relojería al pulso el invento debía cambiar.
Gyrotourbillon 3 Jubilee monta el calibre 176 de la Casa, dotado de funciones de horas, minutos, segundos, indicación de 24 horas y tourbillon esférico volante, es decir: un tourbillon multiaxial que compensa los efectos negativos de la gravedad en todas las posiciones de un reloj en la muñeca. El calibre es un verdadero hito, mientras que la jaula del tourbillon y la dualidad de ejes le permiten rotar a diferentes velocidades y direcciones. Conformado por 592 piezas, dentro de la cual destaca una espiral esférica y un diseño desarrollado en tercera dimensión. Se ofrece en caja de platino de 43.5 mm de diámetro.
Duomètre à Sphérotourbillon: presentado en 2012, la línea Duomètre es producto de un “error” y acierto de los relojeros de Le Sentier, pues en la búsqueda por desarrollar un cronógrafo que no robara energía ni precisión a las indicaciones de las horas, minutos y segundos del reloj, desarrollaron las bases del revolucionario Dual-Wing, que consta de dos mecanismos autónomos, cada uno con su propia fuente de energía, pero compartiendo un mismo órgano regulador que legisla la precisión de la totalidad de la información mostrada. Una fuente de energía está destinada a alimentar el tren que guía a la indicación del tiempo, mientras que la otra da vida a las complicaciones. Aunado a la belleza de la apertura en la carátula, el tourbillon multi-axial está pensado para compensar los efectos negativos de la gravedad en la posición del reloj montado en la muñeca, ya que una de las rotaciones se ejecuta a en velocidad de 30 segundos y la otra a 15, todo a una inclinación de 20° grados. Además, la jaula del torbellino está hecha de una sola pieza de titanio, lo cual brinda dureza y reducción de peso, esencial en este tipo de sistemas. El isocronismo se ve beneficiado gracias a la espiral cilíndrica que latirá a una velocidad de 3 Hz, todo ello contenido en el maravilloso calibre 382 de la Casa, decorado y trabajado a mano al interior de la manufactura.
Reverso à Tripyque: el reloj más icónico y reconocido de la Maison también fungió como lienzo para desarrollar un complejo mecanismo, el único que ofrece tres caras para admirar sus indicaciones. Construido en caja de platino, la complicación Triptyque ofrece información del paso del tiempo civil, sideral y perpetuo. Tres carátulas muestran entonces: horas, minutos, indicador de reserva de marcha de 24 horas y reserva de marcha del calendario; tourbillon, información del año, bóveda celeste, calendario zodiacal, ecuación del tiempo, hora del amanecer y puesta de sol, hora sideral con día, mes, fases de la Luna y calendario instantáneo con fecha retrógrada.
Todo ello posibilitado por el asombroso calibre 175/1 conformado por 642 piezas y 2 barriletes. El remonte es manual y la frecuencia es de 3 Hz con 48 horas de autonomía. La caja está disponible en platino u oro blanco. con extensión de 55 x 37.7 mm.
Jaeger-LeCoultre, breviario cultural
Trataré de representar la “columna vertebral” de una Manufactura que ha aportado más que -casi- ninguna otra, en términos de -número- de calibres, patentes y aportes a la relojería suiza y universal, me refiero a Jaeger-LeCoultre, La Grande Maison, como es conocida.
Su historia comienza en 1833, el visionario y relojero autodidacta Antoine LeCoultre, comienza a desarrollar instrumentos de precisión, inquietud que lo lleva a develar el primer instrumento capaz de registrar micrómetros, el millionomètre de 1844. Siete años más tarde recibe de manos de la Exposición Universal de Londres una medalla como reconocimiento a su cronómetro, fue este momento en el que “LeCoultre” sería reconocido como un apellido de respeto en la relojería mundial.
Durante el año 1866, el nivel de crecimiento de la casa relojera era tal que Antoine LeCoultre y su hijo Elie, tomaron la decisión de asentar la manufactura en Le Sentier, Vallée de Joux, pero lo hicieron pensando en englobar -dentro de un mismo techo- cada oficio requerido en la relojería de aquel entonces, idea que se convertiría en una de sus más emblemáticas características, debido a que al día de hoy se ha ganado el mote de La Grande Maison, pues agrupa in-house más de 40 oficios y 180 talentos, además de poseer más de un millar de calibres y 215 patentes, y contando…
La década de los 30 sería decisiva para la Manufactura, ya que en aquel entonces, y en respuesta a la fragilidad de los cristales empleados al servicio de la relojería, los jugadores de Polo requerían un reloj que soportara los choques de un encuentro como éste, Jaeger-LeCoultre ideó un mecanismo de sistema reversible, creado para dar vuelta a la carátula/caja y así proteger dicho cristal, lo curioso es que durante estos años se presentó la introducción del cristal de zafiro, empleado mayormente en la actualidad debido a su resistencia y dureza, dicha innovación haría que numerosos periodistas destinaran al Reverso a un rotundo fracaso. Sin embargo, contrariamente a lo que pudiera pensarse, se ha convertido en un símbolo de la relojería y un icono del Art Déco, además de un infaltable en las colecciones de Jaeger-LeCoultre desde su lanzamiento.
Ahora bien, ustedes se preguntarán de dónde proviene el nombre compuesto de la Manufactura “Jaeger-LeCoultre”. Antoine LeCoultre decide retirarse de la relojería en 1877, año en el que sus acciones pasan a ser de sus hijos, resultando -posteriormente- adquirida por Jacques-David LeCoultre, hijo de Elie y nieto de Antoine, que en 1903 recibe un desafío por parte del relojero francés Edmond Jaeger, quien lo retó a realizar el calibre más delgado para un reloj de bolsillo, a lo que Jacques y el grupo de relojeros que trabajaban para la Maison, respondieron creando el Calibre 145 de 1907. Sin embargo, a pesar de que desde el año 1904 todos los movimientos de Jaeger son producto del expertise relojero de LeCoultre, no fue hasta 1937 que la casa adoptaría el nombre con el que actualmente la conocemos: Jaeger-LeCoultre.