Las historias de la nueva relojería tienen todavía muchos capítulos por escribir, y es que generalmente hablamos de manufacturas tan añejas que pueden presumir un siglo, o hasta dos de fabricar los mejores relojes del mundo. La experiencia es un valor extraordinario, pero recordemos que ninguna de estas casas presume a su creador hoy en día, el ciclo de la vida es tajante y no da pie a burlarlo. No obstante, cada casa perpetúa los valores aprendidos a través del expertise de personas que fungen como guardianes de dichos conceptos, los grandes relojeros. Ahora bien, ¿qué es más fascinante? ¿Atesorar un legado y re-inventarlo?, o ¿desarrollar la mecánica horológica más maravillosa a través del talento de su creador? La respuesta dependerá del gusto de la persona y de lo que sea más importante para ésta, pero sin duda alguna, son equivalentes juzgándolas desde sus primeros años de «gestación».
Imagine a Abraham-Louis Breguet, Ferdinand Berthoud o a Jean-Marc Vacheron en su taller, pues François-Paul Journe es precisamente eso, un maestro relojero de inconmensurable talento dedicado a construir una manufactura que genera innovación y respeta la tradición en cada paso de su producción. La historia de François comenzó hace 20 años, justo cuando la relojería mecánica atravesaba momentos complicados, y gracias a un consejo de su tío, el relojero Michel Journe, quien lo motivó a estudiar relojería en la escuela de Marsella y a destacar bajo la siguiente premisa: “If they could do it, I can do it better !»: F.P.Journe
Y así fue, el reto de la escuela parecía una camisa de fuerza sujetando a un genio, no obstante al término de la misma pudo extender sus brazos relojeros en 1983 generando, nada más y nada menos que un reloj de bolsillo que incorporaba y presumía el mecanismo relojero más admirado a través de los años: el tourbillon.
Hoy, F.P. Journe presenta y presume una verdadera obra de arte realizada en caja de plata con patrón guiilloché y dos biseles de oro roso 4N, que recuperan la tradición relojera exhibida hace tres décadas. Uno de los detalles contemporáneos más importantes resulta el fondo realizado en cristal de zafiro, que permite admirar la belleza del torbellino realizado íntegramente por el relojero. Al tratarse de una complicación tradicional, tenemos que decir que éste gira a razón de una vuelta por minuto, conocido entonces como tourbillon de 60 segundos, que gira gracias a un par de barriletes, para la neutralización de los efectos negativos de la fuerza de gravedad en el volante. Finalmente, el movimiento de manufactura presume de acabados biselados y pulidos a puentes y platina, que será destinado únicamente para 99 privilegiados clientes, debido a la limitación de la edición.