Breguet, uno de los relojeros más virtuosos de la historia, atendió a la más selecta clientela del planeta, en el tiempo de la Francia napoleónica.
Con la adquisición de treinta y cuatro relojes de sobremesa y de pulsera entre 1808 y 1814, la reina de Nápoles, mujer ambiciosa y sumamente bella, ocupó sin dificultades un puesto de honor entre los clientes más distinguidos de Breguet. La colección Reine de Naples está inspirada por un antiguo reloj de brazalete que A.-L. Breguet creó para la hermana de Bonaparte, Carolina, reina de Nápoles.
La hermana menor de Napoleón reinó con su marido, el rey Joaquín Murat, de 1808 a 1815, y la relación especial que entretejió con Breguet en aquella época daría origen al primer reloj especialmente diseñado para lucirse en la muñeca. Lo encargó en 1810, lo pagó en 1811 y recibió esta revolucionaria creación en 1812: un reloj repetidor ultraplano, de forma rectangular, equipado con un termómetro y montado en una correa de pelo entrelazado con hebras de oro. Durante el verano de 1813, cuando la crisis europea estaba en su punto más álgido y la firma había perdido a sus mejores clientes, la reina Carolina adquirió a su relojero predilecto doce nuevos modelos (ocho repetidores y cuatro simples), lo cual dio a la compañía el ímpetu financiero necesario en el momento menos esperado.
Carolina Murat completó su colección con una serie de termómetros, barómetros y varias docenas de relojes comerciales menos costosos que compró con la intención de obsequiarlos.
Marie-Antoinette Grande Complication Pocket Watch
Guiada por un deseo verdadero y legítimo por la relojería de Breguet, había adquirido un sinnúmero de piezas del relojero, incluyendo un perpétuel. En 1783, uno de sus admiradores solicitó a Breguet y a su taller en Quai de l´Horloge, la pieza más espectacular de la época, a fin de entregárselo a la Reina. Las especificaciones mencionaban que tenía que ser construido en oro y debía contar con el mayor número de complicaciones. Además de esto, Breguet tuvo libertad total, no obstante la Reina jamás pudo observar el reloj, pues su construcción culminó en 1827. La referencia No. 160, mejor conocida como «María-Antonieta», se convirtió en una leyenda, más cuando fue robado de un museo en Jerusalem y desapareció por décadas.
En el año 2005, Montres Breguet, con Nicolas Hayek al frente, decidió recuperar los planos de la pieza y reproducirlo de manera idéntica. Adicionalmente, uno de los árboles el Palacio de Versalles, el favorito de María Antonieta, iba a ser retirado, por lo que Breguet utilizó la madera de éste para producir el estuche de presentación de la pieza.
Construido en caja –de 64 mm– de 18 quilates de oro de aleación especial, cristales hechos de cristal mineral, como en su época. Además ya incorpora el mecanismo de corona, que sirve para corregir las horas y detonar el repetidor de cuartos y minutos. Asimismo exhibe las horas y minutos al centro, un segundero pequeño a las 6 h, la ecuación del tiempo en punto de las 10 y un calendario perpetuo. Termímetro a la 1:30 horas. Está animado por el mecanismo de remonte automático denominado perpétuelle, y está formado por 823 componentes para una reserva de marcha de 48 horas a 2.5 Hz.