Tissot posee una legitimidad de 165 años en la industria de los instrumentos de precisión. Sus hitos son varios, tanto en cronometría como en la construcción de sus relojes; tanto para elementos internos como en el uso de materiales que convirtieron a sus relojes en íconos.
Hoy viajamos en el tiempo para conocer la historia de aquel PR 516 surgido en la década de los años 60. Se trata de una pieza que creó un sistema de suspensión del movimiento, por ello sus siglas PR. Aquel instrumento se convirtió rápidamente en uno de los más deseados por la clientela masculina que deseaba un instrumento de precisión, fiabilidad y robustez. Y siendo la época gloriosa del automovilismo deportivo, Tissot creó una sinergia con Alpine y su bólido de competencia A110.
Revolucionarios
Si bien el PR 516 de hechura suiza garantizaba precisión y durabilidad, lo mismo habría de encontrarse en este modelo de Alpine presentado en 1961. El cual lucía una colaboración con Renault como principal proveedor de componentes. Diseñado a partir de la mecánica del emblemático Dauphine, de construcción en fibra de vidrio, se empleó este mismo material para la carrocería, logrando con un control de peso excepcional, además de trabajar en la aerodinámica. En México le conocimos como Alpine Dinalpin, y básicamente era tan revolucionario en diseño que se erigió como el ícono más representativo para los amantes de las carreteras.
Tan bueno era que compitió en el Rally de Montecarlo de 1973, luciendo el patrocinio de Tissot. Aquella victoria le bastó para llevarlo a la inmortalidad. En México se le quiere y se le respeta tanto como al Renault 8, con el cual compartía algunos básicos de mecánica.
Tissot PRS 516 sólo para 516 afortunados
A nivel mundial la limitación es bastante exclusiva, tomando en cuenta la gran calidad de producto e historia inherente a la pieza. Sin embargo, el número hace total sentido y con ello se garantiza el nivel de coleccionismo de una referencia como ésta.
En el modelo actual, que será dado a conocer durante Baselworld 2018, se ofrece una correa perforada desarrollada en 1962 por la marca. Y cuya inspiración es directa de los volantes de los autos de aquella época. La caja está fabricada en comunión con la carrocería del Alpine, mientras que los pulsadores del cronógrafo emulan los pistones del motor.
¿El color? Azul, pues en Alpine es un clásico y además es uno de los tonos más representativos para el automovilismo deportivo francés. Adicionalmente la carátula se presenta en fibra de carbono, un material que reemplaza hoy a la construcción de fibra de vidrio de la década de los 60 y particular de este A110 por su durabilidad y ligereza.
Otros detalles son presentados en el segundero, gracias a que la aguja luce la A de Alpine en la tipografía del nombre. Esta leyenda aparece grabada en el canto de la caja –de acero inoxidable– de 45 mm de diámetro, mientras que en el interior vibra el calibre mecánico automático de cronógrafo con autonomía en el «tanque» de 60 horas de reserva de marcha a 28,800 rpm (alternancias por hora). Al que entendió.