El día de ayer se llevó a cabo una gran subasta por Sotheby’s en Nueva York, y como medio especializado en relojería y piezas de arte mecánico, nos da mucho gusto compartir que el Jaquet Droz Singing Bird Scent Flask fue adquirido por un coleccionista de arte por $2,530,000 dólares.
Si bien la cifra es amplia, la destreza con la que un relojero como lo fue Pierre Jaquet Droz que, en colaboración con Georges-Auguste Leschot, desarrollaran un autómata que incorpora un ave articulada de marfil de tan solo 12 mm de alto, y que además puede llegar a replicar el cantar del pájaro, no tiene precio, ni límites.
La relojería contemporánea basó muchos de sus principios en la miniaturización de la mecánica, y en este sentido los autómatas compartían un sin fin de similitudes con la horología.
La caja: cuenta con una caja en forma de pera, que está decorada por esmalte blanco en una de las caras, y engastada con diamantes. Asimismo, las diferentes tonalidades del esmalte, entregan una profundidad excepcional, mientras que piedras preciosas como rubíes y perlas, decoran la pieza que sería entregada en Europa hace aproximadamente 230 años.
El ave: desarrollada en marfil, reproduce el cantar de las aves gracias a un órgano musical incorporado que está compuesto por dos grupos de tres tubos metálicos de viento, que distribuyen el aire comprimido desde el fuelle de las tuberías que se encuentra operado por seis válvulas activadas mediante un dispositivo pulsante de oro. Al accionarlo, el mecanismo hará que el pájaro abra y cierre el pico, gire su cuerpo y mueva la cola hacia arriba y abajo al tiempo que el sonido es transmitido.
El reloj: desarrollado en latón, ocupa una transmisión de cadena (Fusée), mientras que los numerales romanos y las agujas exhibirán el tiempo –horas y minutos– en una carátula de esmalte color blanco.
Finalmente cabe destacar que el valor de este tipo de piezas sin duda no coincide, ni coincidirá jamás con aquel momento de inspiración y determinación de los artesanos, que desarrollaban instrumentos magistrales sin ayuda tecnológica de ningún tipo, pero que sentarían las bases de lo que hoy en día conocemos como relojería.
Pierre Jaquet Droz (1721-1790), La Chaux -de- Fonds, Suiza: experto en autómatas, junto con Jacques de Vaucanson. Vivió en París, Londres y Ginebra, y desarrolló instrumentos mecánicos que emulaban a las aves, su movimiento y su canto. Sus autómatas más aplaudidos llevan por nombre: la pianista, el dibujante y el escritor. Este tipo de aparejos fueron muy bien aceptados por la clase social más alta y por la realeza, siendo proveedor de los Imperios Británico, Chino, Indio, Japonés y de los reyes de la Europa de aquel entonces. Hoy, los museos de relojería cuentan con un número amplio de ejemplos de Jaquet Droz, mismos que siguen funcionando e impresionan al más hábil relojero de nuestros tiempos.