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¡Bienvenidos a la cuarta dimensión!


 |  11 enero, 2013

De lo imposible a lo tangible

La relojería mecánica, al igual que cada instrumento ideado por el hombre, basa sus principios en las leyes de la física. Normalmente, dichas premisas son inquebrantables y sugieren un tope, un alto a la imaginación que todo lo posibilita. Montbanc, en específico el Institut Minerva de Recherche en Haute Horlogerie, ha decidido reescribir algunos postulados de la ciencia.



El Salón Internacional de Alta Relojería de Ginebra, fue el escenario perfecto para presentar una de las piezas más indómitas de los últimos tiempos: el Montblanc Timewriter II Chronographe Bi-Fréquence 1,000.

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Rebeldía a la milésima

Fiel a su filosofía, hace aproximadamente 100 años (1916), el Instituto Minerva ya trabajaba en el desarrollo de un cronógrafo capaz de indicar la centésima de segundo. La Manufactura especializada en instrumentos calificados para medir fracciones de tiempo, alcanzó su cometido en 1936, siendo una de las primeras casas relojeras en producir un cronógrafo de alta precisión con estas características, mismas que le valieron su inclusión en el libro de los Récords Guinness.

Minerva -fundada en 1958- se integró completamente a Montblanc como la división de alta relojería en el año 2008 y desde ese momento, se ha preocupado por entregar a la industria piezas que fusionen la relojería tradicional y artesanal, con la audacia y tecnología contemporáneas. Dicho propósito resulta ejemplificado a la perfección con el novedoso TimeWriter II.

Siguiendo esta línea de creación, y en homenaje a los cronómetros ultra rápidos presentados anteriormente por Minerva, el Bi-Fréquence 1,000 cuenta con un monopulsador colocado en solitario a las 12 h, justo a la mitad del camino de los cuernos de la caja. La carátula, parcialmente esqueletada, deja admirar las diversas funciones de la pieza y el mecanismo del novedoso calibre MB TW 02. Equipado con dos volantes, uno para el reloj que late a una tradicional velocidad de 18,000 a/h -visible a las 7 h- y otro de alta frecuencia a 360, 000 a/h -visible a las 10:30-, dichas vibraciones registran una velocidad tan alta que pasan desapercibidas al ojo humano. Sin embargo, el sentido del oído es capaz de escuchar un pequeño ronroneo producto de un método clásico, es decir, no utiliza silicio y emplea aceites para su lubricación. Estas características resaltan la importancia y esencia del Instituto Minerva, ya que mantienen el principio de la relojería tradicional, y a la vez, ofrecen las prestaciones de una pieza intrépida y actual.

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Proeza técnica

El principio de conservación de la energía decreta la imposibilidad de construir un perpetuum mobile, y por lo tanto, un reloj mecánico capaz de registrar milésimas de segundo debe tener un balance que complete 3.6 millones de oscilaciones por hora, es decir, su frecuencia debe alcanzar los 500 hercios. Tales leyes, al parecer son vinculantes sólo en un mundo tridimensional. Montblanc ha conseguido la indicación y medición confiables de un instrumento capacitado para registrar fracciones de tiempo a la milésima con tan sólo 50 hertz. ¡Bienvenidos a la cuarta dimensión!

 

Colaboración desafiante

Demetrio Cabiddu, Director del Instituto Minerva, es un personaje al que puedo describir como un relojero apasionado que vive en dos mundos simultáneamente. El extraordinario balance de la relojería tradicional -salpicada del presente y el futuro tecnológico-, fue el motivo que lo llevó a dirigir este proyecto y entregarlo a la genialidad de un relojero independiente: Bartomeu Gomila.

Formado en el Instituto Wostep, el también restaurador español -nacido en la isla de Menorca- se inspiró en un recuerdo de la infancia, mismo que evocaría años más tarde para desentrañar un fenómeno ingenioso con el cual desafiaría a las leyes de la física: traducir a la realidad un cronógrafo capaz de medir milésimas de segundo. A diferencia de otras piezas similares, la trotadora central indica las centésimas, es decir, da una vuelta completa a la carátula cada segundo. Mientras, un contador lineal ubicado a las 12 h y equipado con una rueda de milésima, proporciona la resolución con la que las centésimas de segundo se pueden subdividir en grupos de diez incrementos, registrando en su segunda manipulación el tiempo transcurrido desde su primera operación fraccionado a la milésima.

Construido, diseñado e ideado bajo la filosofía particular de la casa Minerva, Montblanc Villeret y su equipo de maestros relojeros encabezados en esta ocasión por Bertomeu Gomila, han conseguido la hazaña de evolucionar en la tradición del arte de la auténtica relojería suiza. Cada reloj construido en el contexto de este proyecto, encarna una idea completamente novedosa, que se transforma en una realidad tangible.

 

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TimeWriter II Chronographe Bi-Fréquence 1,000

 

Calibre: MB TW 02

Movimiento: de cuerda manual; dos volantes (reloj y cronógrafo)

Frecuencia: 18,000 a/h para el reloj y 360,000 a/h para el cronógrafo

Reserva de marcha: 100 h para el reloj y 45 min para el cronógrafo

No. de piezas: 472

Joyas: 45

Funciones: horas, minutos y pequeño segundero para el reloj / Cronógrafo: monopulsador con rueda de pilares, totalizador de 15 min, indicador de 1/1,000 seg

Caja: 47 mm de oro blanco de 18 quilates / Cristal: zafiro / Corona: oro blanco de 18 quilates, emblema de Montblanc en madreperla

Carátula: semiesqueletada y abierta / Agujas: oro blanco de 18 quilates y trotadora en Pfinodal

Correa: piel de cocodrilo negra cosida en rojo

Hermeticidad: 30 m

Edición limitada: 36 piezas.

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ESCRITO POR

…Ya entendería yo, con cada pieza de alta relojería, que la mayor parte de lo que llamamos extraordinario se disfruta sin percatarse del paso del tiempo, pero mirando el reloj.



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