La relojería es un arte. (punto) Afirmación que no está a discusión entre los periodistas que tenemos la oportunidad de disfrutar de la creación de verdaderos poetas horológicos, cuyo mundo converge con las diferentes actividades del ser humano, que cuando alcanzan el expertise debido, se elevan al escalón artístico que nos regala obras de una calidad y un sentido sumamente profundo, intangible ¿o no?
La acción de dar cuerda al reloj va mucho más allá de la ejecución mecánica; es el porqué de la relación entre el coleccionista y su reloj, pues «la energía no se crea ni se destruye, se transforma» y por ende, al girar la corona o mover la muñeca, entregamos vida a un ser que palpita y nos indica el tiempo y espacio en el que vivimos. El espacio conocido como M.A.D. Gallery, al cual he tenido oportunidad de asistir en un par de ocasiones, exhibe un sinnúmero de ejemplos humanos trasladados a las máquinas, y hace apenas un mes tuve el privilegio de descubrir previo a su lanzamiento oficial, un reloj que lleva por nombra Art Piece, y está firmado por MB&F en configuración de la –multipremiada– Legacy Machine No.1
Los límites de esta obra llegaron a las manos del artista Xia Hang, que literalmente entrega y exhibe la vida que se le da al reloj mediante un sistema de «reserva de marcha humanoide», una micro-escultura de acero cromado –de 4 mm– que cobrará un aspecto fuerte, saludable y entero cuando el muelle al interior del barrilete se encuentre a su máxima tensión, mientras que al finalizar su carga, el pequeño ser bajará la cabeza en señal de agotamiento.
Esta edición está disponible en dos configuraciones de 12 piezas de oro blanco/rojo, por lo que únicamente existirán 24 afortunados en poseer una pieza llena de creatividad, inspiración y ¡¡¡VIDA!!!