Jaeger-LeCoultre es conocida como la Grande Maison, la Casa Grande. El mote cobra sentido cuando se admira su complejo de edificios utilizados para la producción, ensamble, R&D, labores de decorado y artesanías varias que se llevan a cabo en estas paredes de Le Sentier.
Con más de 180 oficios destinados a diferentes labores de la horología tradicional y moderna, JLC se erige como una Manufactura de esas que hay muy pocas, tantas como dedos en una mano.
Las dos caras de la relojería: Reverso Tribute Tourbillon Duoface
La Casa Grande está presentando un Reverso de su colección Tribute dotado de un Tourbillon volante.
Siendo una de las complicaciones mecánicas más aplaudidas de la relojería, el tourbillon, cuando hablamos de uno con condición “volante”, nos referimos al ballet relojero que se desata producto de un truco visual. Éste cuenta con una dificultad mayor: carece de puente visible en la cara principal del dispositivo antigravedad, cualidad que crea un efecto extraordinario de levitación y rotación casi mágico. La solución típica de la relojería sugiere tomarlo por su cara posterior, pero en Jaeger-LeCoultre decidieron ir más allá y dotarlo de un rodamiento de esferas que asegura el andar libre de la jaula del torbellino. Aunque estética, esta solución es un acercamiento al arte y prueba irrefutable de un savoir faire exquisito, ergo su limitación a 50 referencias para el mundo entero.
Acabados
El calibre 847 mecánico de remonte manual goza de una gran particularidad: muestra dos husos horarios, la hora local en la cara principal de la pieza, embellecida por una carátula azul soleil con agujas Dauphine. Y en el reverso, la majestuosidad de los finos acabados destinados a embellecer el calibre. La carátula secundaria es aún más impresionante que la azulada, pues la platina del movimiento luce un acabado Côtes de Genève producido a mano y expuesto mediante finas aperturas al dial. La subcarátula de horas y minutos para –home time– exhibe índices aplicados y un dial granallado de increíble fineza, mientras que tren de rodaje, indicación día-noche y graduación de los segundos se muestran en todo su esplendor destacados por tornillernía azulada y puentes angulados.
“Las dos caras de la relojería”, como titulo el artículo, se refiere a la ingeniería micromecánica de una obra como ésta y al nivel de acabados necesarios para hacer que la misma luzca como pieza de arte.
Reverso, desde 1931
La historia: René-Alfred Chauvot, el 4 de mayo de 1931, acudió al Instituto Nacional de la Propiedad de París. Pero todo comenzó a partir de un desafío. Durante un viaje a la India, el coleccionista y empresario suizo César Trey, asistió a un partido de polo entre oficiales británicos. Uno de ellos rompió el cristal de su reloj y retó a César a desarrollar una pieza que resistiera la rudeza de este deporte.
Mr. Trey buscó entonces a su amigo Jacques-David LeCoultre y él, por su parte, solicitó a Chauvot una solución práctica, que consiste en deslizar la caja y voltearla para finalmente cubrir la carátula con el fondo de la misma, el cual además puede ser personalizado.
Pocos lo saben, pero entre diciembre de 1931 y abril de 1932, ocho Reversos (cuatro en oro blanco y cuatro en oro amarillo) fueron manufacturados y vendidos bajo la referencia 106 de Patek Philippe, debido a que la manufactura de Ginebra adquiría ébauches de La Grande Maison comandada por Jacques-David LeCoultre. Cartier ostenta una historia similar debido a su relación con Edmond Jaeger, el cual había encomendado a LeCoultre realizar los calibres de la Casa.