Desde su lanzamiento el 3 de enero de 1957 ha contado una gran historia, siendo la base de la relojería animada por un calibre de batería eléctrica. Además, estuvo resguardando la muñeca de Elvis Presley en diferentes cintas, pero también en la vida personal de “El Rey”. Ahora se cumplen seis décadas de la leyenda y se celebran con tres diferentes ejecuciones en dos tamaños de caja.
Todo un clásico
Rinde tributo mediante un mecanismo de cuarzo y caja de acero con revestimiento PVD amarillo. Es un garante del ilustre pasado del Ventura, y una correa de piel con patrón de lagarto y carátula blanca con índices y agujas dorados, ofrece un inconfundible toque de elegancia vintage.
A ponerse jeans…
Utiliza un tejido denim (mezclilla) muy popular en los años 50, cuando nació el Ventura. Curiosamente ambos permanecen inalterables, a pesar del tiempo, en el gusto del público. Este Ventura ha echado mano de la mezclilla para abrazarse al pulso, además de lucir una carátula en este mismo material que ostenta un diseño tridimensional. La caja pulida de acero enmarca una visión del tiempo excepcional, dándole un toque adicional de modernidad.
Listo para el concierto
Con proyección hacia el futuro, como siempre ha mirado Hamilton Ventura, este instrumento hace gala de un moderno diseño esqueletado inspirado en el famoso micrófono de Elvis Presley, evocando la conexión de “El Rey” del rock and roll con el famoso reloj. Un entrecruzado geométrico destaca en la carátula, por lo que podemos ver el impresionante espectáculo mecánico al interior de esta pieza elegantemente decorada.
En el interior vibra un “motor” de última generación, que dará vida a la indicación de horas, minutos y segundos con fechador durante 80 horas aseguradas. Finalmente, la pieza habita dentro de una resplandeciente caja de acero, y, de acuerdo a su preferencia, se abraza al pulso mediante una correa de caucho negro o un brazalete de acero, los cuales completan el aspecto inspirado en una noche de rock.
Como puede observar, el pasado, presente y futuro viven en cada una de estas referencias, por lo que la atemporalidad de este clásico está garantizada.