Desde su fundación en 1791, Girard-Perregaux no cesa de entregar exquisitas creaciones que hasta hoy se mantienen entre las más buscadas por los amantes de la alta relojería. Absolutamente todas brotan de las manos de expertos artesanos, cada uno especializado en la manufactura de una sola pieza, que luego se integra en el conjunto de piezas –como si de una sinfonía se tratara– para dar vida a una obra de arte única que lleva en su esencia el arte aprendido durante años.
La dedicación que se pone en cada reloj queda de manifiesto no solo en la belleza de su carátula, que salta a la vista de inmediato, sino que se puede sentir también en su movimiento, que puede llegar a integrar más de 400 elementos ensamblados a la perfección.
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En 1975 se presentó el primer Laureato, con su icónico bisel octagonal, el cual fusionó magistralmente la elegancia de la marca con un espíritu deportivo inconfundible, haciéndolo fácil de usar gracias a su pulsera integrada en la caja. Con el tiempo, la colección se robusteció con la incorporación de nuevas piezas fabricadas en distintos materiales, tamaños y colores.
Su último lanzamiento es una edición limitada a solo 50 unidades de una pieza excepcional: el Laureato Chronograph, que, si bien se mantiene fiel a las características de su primer exponente, ahora muestra una llamativa carátula verde enriquecida con textura Clous de Paris, que sirve de lienzo a las manecillas luminiscentes estilo bastón que apuntan a unos elegantes índices dorados.
Presenta tres contadores –dos registros de cronógrafo y un pequeño segundero–, mientras que la fecha se ubica a las 4:30 horas. El clásico bisel octagonal descansa sobre un pedestal circular que, a su vez, se asienta sobre una caja angular de 42 milímetros. Toda la pieza está fabricada en oro rosa de 18 quilates. El alma del reloj es un movimiento calibre GP03300-2203, creación exclusiva de la legendaria Maison.