WW-INVIERNO 2012. Bajo un concepto purista, aplicable en el caso particular de los seres humanos, el tiempo es una magnitud física capaz de medir la separación y duración de acontecimientos. Cada individuo define la importancia del mismo de acuerdo a sus propias vivencias y a las personas que lo rodean. Sin embargo, para determinar y homogeneizar la longitud y extensión de cada suceso, era necesario el empleo de una escala.
Si tuviéramos la capacidad de regresar en el “espacio”, podríamos atestiguar el surgimiento de dicha noción a través de las primeras civilizaciones. Los mayas, por ejemplo, fueron capaces de organizar sus actividades cotidianas y registrar simultáneamente el paso del tiempo bajo un concepto basado en la repetición, mediante el cual podían suceder cosas diferentes al interior de cada periodo establecido, pero la secuencia -pasada o futura- era exactamente igual a otra. Por tal motivo, se generaban problemas para traducir las fechas a nuestra concepción “lineal”-actual-, misma que basa la evaluación de dichos lapsos en la medición del movimiento, es decir, en el cambio material de un objeto a través de un intervalo determinado.
Este fenómeno llevó a los hombres a elaborar objetos mecánicos (relojes) capaces de fraccionar aquellos movimientos de la materia apoyados por las leyes de la física. Pero, ¿qué pasa cuando una casa relojera decide desafiar tales preceptos y toma la determinación de dividir dichos instantes hasta la medición de las milésimas de segundo?
Posterior a la inauguración del Salón Internacional Alta Relojería de este año, Montblanc decidió presentar una definición humana del tiempo, desarrollada para celebrar la invención del cronógrafo de Nicolas Rieussec en 1821, la llamó: “The Beauty of a Second”.
Alexander Schmiedt, Director General de Relojería Montblanc, mostró además una serie de videos ilustrativos que evidenciaban la evolución del hombre, su concepto del tiempo, el desarrollo de la firma a través de los años y de manera paralela, la fragmentación de los instantes en: segundos, centésimas y milésimas de segundo, apoyados por los cronógrafos de Montblanc.Después de mostrar un sinnúmero de incidentes que pueden sucederse dentro de la segmentación de los segundos -el punto álgido de la llamada “Avant Premiere”-, hizo la presentación de Bartomeu Gomila, un relojero independiente que, apoyado por el proyecto “Fundación Minerva”, tuvo la posibilidad de desentrañar un recuerdo del pasado y llevarlo al universo terrenal como un instrumento capaz de subdividir el tiempo hasta las milésimas de segundo: el TimeWriter II Chronographe Bi-Fréquence 1,000.
Watches World tuvo la fortuna de platicar con el también restaurador de relojes y complicaciones sobre su relación con Montblanc y el papel que desempeñó antes de iniciar el proyecto Time Writer: “Llegué a Montblanc hace algunos años con el propósito de transmitir a los clientes la filosofía de la casa, que -de acuerdo a la historia de Minerva- se ha enfocado de manera especial en la construcción y desarrollo de cronógrafos. Me trasladé a Villeret para conseguir un mejor resultado y durante una plática sostenida con Demetrio Cabiddu, Director del Instituto Minerva, surgió la idea del Time Writter II. Se trata de un cronógrafo protegido por 23 patentes (en proceso), de las cuales las más importantes son la homogeneización del movimiento y su transmisión a la aguja. Nos hemos detenido en la milésima debido a que en el mundo actual no existe ningún evento deportivo que requiera una medición menor a ésta. Sin embargo, es posible llegar más allá, prácticamente hasta el infinito…”