Desde sus albores, la humanidad se ha sentido cautivada por los fenómenos astronómicos, de los cuales depende no solo nuestra supervivencia, sino también nuestra civilización. Capturarlos es toda una proeza.
El emperador, el papa y el Sol
Era un frío día de invierno en Roma, pero el frío no molestaba en absoluto al emperador Julio César, quien se encontraba feliz porque ese día entraba en vigor el calendario que él había propuesto el año anterior: amanecía el primero de enero. Y en nuestra actual cuenta de los años, se trataba del año 45 antes de Cristo.
¿Por qué un nuevo calendario? El completar una vuelta alrededor del sol no le lleva a nuestro planeta 365 días exactos, sino 365.24 días. De esta forma, con el pasar de los años, los solsticios y equinoccios comenzaban a desfasarse de las fechas que les correspondían.
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A diferencia del calendario Romano anterior, que era lunisolar, el nuevo calendario Juliano era solar, de 365 días, con un día adicional cada cuarto años y en los años centenarios. Si bien estas reglas lograban empatar mejor las fechas con los fenómenos astronómicos, en realidad, esta era una sobrecompensación, y el calendario terminaba por desfasarse de nuevo en un periodo largo de tiempo, de manera que se hizo necesaria una nueva actualización, que tuvo lugar en 1582, por iniciativa del papa Gregorio XIII.
El calendario Gregoriano, que es el que usamos actualmente, mantiene los años bisiestos cada cuatro años con una regla adicional: los años múltiplos de 100 que pueden dividirse entre 400 son bisiestos. Es decir, los años 2000 y 2400 son bisiestos, pero los años 2100, 2200 y 2300, no lo son.
Capturar y medir los ciclos de los astros
Los fenómenos astronómicos se encuentran en el centro de la experiencia humana del tiempo y son el origen de nuestra forma de medirlo. Las complicaciones astronómicas son toda función o indicación en un reloj, adicional a las horas y minutos, que depende de los cuerpos celestiales y sus posiciones, y que busca capturar los diversos ciclos astronómicos.
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Llevar el calendario en la muñeca
La complicación astronómica más común es la fecha, a saber, el número del día dentro de cada mes, expresado mediante una numeración consecutiva del uno al 31, comúnmente colocada en un disco giratorio que es visible a través de una apertura en la carátula o bien, mediante una manecilla indicadora de la fecha. Su movimiento depende de la indicación de la hora, cambiando cada 24 horas. En cualquier caso, esta complicación no toma en cuenta los meses con 28, 29 o 30 días, por lo que requiere ser ajustada por el usuario cinco veces al año.
Muy relacionada con la fecha e impulsada por ella, cada vez que esta cambia al día uno, se encuentra la complicación de los meses. De manera similar, puede ser mostrada mediante una apertura en la carátula o una manecilla, a veces, de tipo retrógrado. Comúnmente forma parte de las complicaciones de los calendarios.
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La complicación astronómica más simple es el día de la semana, pues mide un ciclo constante e invariable de siete días. De forma análoga a la fecha, esta puede leerse mediante una apertura en la carátula o una manecilla indicadora, en ocasiones, retrógrada. Normalmente forma parte de las complicaciones de los calendarios.
La combinación de las tres anteriores resulta en la complicación de calendario simple, o calendario triple, aunque algunas veces, este puede incluir la fase lunar. Tal como la fecha, requiere ser ajustado manualmente cinco veces por año.
Buscando reducir el número de ajustes necesarios, se creó el calendario anual. Si bien esta complicación también incluye fecha, día de la semana y mes (y a veces fase lunar), esta es capaz de considerar los meses con 30 días y ajustarse automáticamente. Dado que carece de la capacidad de corregir la menor duración de febrero, aún requiere ser ajustada una vez por año.
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El siguiente paso es el calendario perpetuo, el cual no solo es capaz corregir la menor duración de febrero, incluso considera que febrero tiene 29 días en los años bisiestos. Dada la regla adicional del calendario Gregoriano que indica que solo los años múltiplos de 100 que pueden ser divididos entre 400 son bisiestos, un calendario perpetuo requiere ser ajustado tres veces en 400 años, por ejemplo, al inicio de marzo de los años 2100, 2200 y 2300, que no serán bisiestos.
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El relojero inglés Thomas Mudge fue el primero en crear una complicación de calendario perpetuo en 1762 para un reloj de bolsillo. Fue Patek Philippe quien creara el segundo calendario perpetuo de bolsillo en 1864, y un reloj colgante para damas en 1898, cuyo movimiento fue reutilizado para crear el primer reloj de pulso con esta complicación en 1925, la referencia 97975.
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Un calendario secular es una complicación aún más avanzada, pues es capaz de compensar la ausencia de años bisiestos en los siglos que no son múltiplos de 400. Existen muy pocos calendarios seculares, y un brillante ejemplo es el Portugieser Eternal Calendar (Ref. IW505701) que IWC Schaffhausen lanzó en 2024, y que no requerirá ningún ajuste hasta el año 3999 (pues aún no se ha definido qué ocurrirá en el año 4000).
Esta hazaña se realizó agregando engranes adicionales, uno de los cuales solo gira una vez cada 400 años, y que incluye cuatro posiciones sondeadas por un dedo, para determinar si existe un año bisiesto en esos 400 años.
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La fascinación con la luna
La complicación fase de luna es bastante frecuente y está diseñada para indicar la fase en la que la luna se encuentra en un día dado. El reto consiste en que el ciclo lunar tiene una duración promedio de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2.8 segundos, es decir, 29.530589 días. Como puede suponerse, no es fácil capturar con precisión este número mediante engranajes, de forma que, según el mecanismo que emplee, un reloj con fase de luna requerirá ser ajustado con mayor o menor frecuencia. De forma sorprendente, el Portugieser Eternal Calendar cuenta con una fase de luna que solo se habrá desviado un día tras 45 millones de años.
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Otras complicaciones astronómicas menos frecuentes
La complicación ecuación del tiempo determina la diferencia entre la hora solar real y la hora solar media a lo largo del año. Dada la órbita elíptica de la Tierra, el día solar real no tiene la misma duración durante todo el año (es más corto en invierno porque la Tierra está más cerca del sol y se mueve más rápido, mientras que en verano es más largo, pues la Tierra se mueve más lentamente), mientras que nuestros días tienen una duración media constante de 24 horas.
Por ejemplo, el Équation du Temps Marchante de Blancpain cuenta con un minutero adicional (marcado con un sol) que se adelanta o retrasa con respecto al minutero normal, avanzando o retrocediendo a lo largo del año a medida que el sol se retrasa o adelanta al reloj.
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Por su parte, el tiempo sideral mide el tiempo en relación con la posición de las estrellas y no del sol, relevante para la aviación. En cuanto a la indicación de las estaciones, equinoccios y solsticios y signos del zodiaco, normalmente funciona mediante una manecilla que da una vuelta por año, indicando las cuatro estaciones, los dos equinoccios y los dos solsticios, y en ocasiones, los signos del zodíaco.
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Asimismo, los mapas estelares giratorios muestran el movimiento y la posición de las constelaciones desde lugares geográficos concretos. Finalmente, los mareógrafos muestran las mareas, indicando la hora de la pleamar y la bajamar de un lugar concreto, en función de la fecha.