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WATCHES WORLD
Breguet 986.
Tourbillón Bregiet.
Patrimonio
Los tourbillones de la época han fascinado desde siempre a los coleccio- nistas, los historiadores y los grandes actores de la relojería, desde Jorge IV de Inglaterra hasta Sir David Salomons, desde George Daniels hasta Nicolas G. Hayek. Una docena de piezas se conservan en museos: tres forman parte de las colecciones del Museo Breguet, cinco se conservan en el British Museum y en otros museos de Inglaterra, otras en Italia, Jerusalén y Nueva York.
Otras 15 están en manos de coleccionistas privados. Recientemente se han vendido dos piezas en subastas. En total, casi 30 de las 40 piezas han sobrevivido, una proporción que dice mucho de la fascinación que suscita el tourbillon. Un renacimiento espectacular de la “Maison” Breguet –que siempre ha mantenido con celo las piezas producidas por su funda- dor–, pues en los años 20 y 50 del siglo pasado, produjo algunos nuevos relojes de bolsillo con tourbillon. Solo unos pocos conocedores fueron informados. A partir de ahí empezó un renacimiento tan inesperado como fulgurante. Concebido para los relojes de bolsillo, que por lo general se llevaban en posición vertical, el invento de Abraham-Louis Breguet reapa- reció en los años 80 en la reducida caja de los relojes de pulsera, mucho menos sensibles a la atracción terrestre.
Desde entonces, el éxito no ha cesado y conquista cada año nuevos territorios. Si bien el aumento de la precisión ya no es la ventaja principal del tourbillon, el aficionado actual aprecia en él la belleza de un proceso revolucionario (en todos los sentidos) que 220 años después sigue hablan- do al espíritu humano.
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