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El reloj y su entorno
Sin duda, la naturaleza ha sido y será el reto a vencer para muchas ciencias, y en lo que respecta a la relojería, no es la excepción. Y es que el relojero debe tener algo de científico para entender, por ejemplo, que nadie se salva de lo que pasa en nuestro en- torno. Las reglas naturales son las que se han impuesto a la Alta Relojería desde su invención: primero al pasar de la simple lec- tura de los astros a desarrollar la tecnología que marcara el paso natural del tiempo en manecillas. Y es que, si hay algún consenso entre toda la humanidad, es el relativo al paso del tiempo, el cual, llevado a un reloj, es aún más asombroso.
De ese artefacto que nace
propagándose por plazas,
iglesias, en relojes de piso y de
bolsillo, el hecho de reducir-
lo y ponerlo en la muñeca sin
duda fue el siguiente reto. Así,
los relojeros llevaron a pe-
queños mecanismos –por más
grande que fuera un reloj de
bolsillo hace siglos– la medi-
ción del tiempo para mostrar-
lo en una carátula. Si reflexio-
namos, las complicaciones son
también retos de medición y
exactitud que los relojeros se
han impuesto como la meta
para vencer a la gravedad que da paso al tourbillón, una de las complicaciones más famosas y valoradas. Pero la gravedad no ha tratado nada bien a los mecanismos relojeros, aunque de su enemistad y gran fortaleza, la relojería ha sacado ejemplares que cada vez son mejores, más exactos, funcionales y eficientes.
Imagine las fuerzas de gravedad en un avión, que indiscutible- mente no son parte de la naturaleza humana, pero si de lo que ha podido desarrollar el hombre en cuanto a velocidad; o ima- gine las presiones en las profundidades del océano. Estas fuerzas son increíblemente severas sobre un mecanismo que marca el paso del tiempo y que debe hacerlo bien, sin importar su situa- ción. Hemos construido relojes cada día más resistentes, como los dedicados al buceo o los que han usado los pilotos para nave- gar en el aire o llegar al espacio con toda la fiabilidad mecánica.
Sin lugar a duda, en el agua la resistencia de los relojes ha aumentado y llegado a límites insospechados, así como la resis- tencia de un reloj en las competencias más rápidas del mundo motor, donde las fuerzas de gravedad bien podrían acabar con su fiabilidad, así como las fuerzas dentro de un avión o viaje al espacio.
Es innegable que actualmente la gravedad nos entrega exce- lentes ejemplares, que además han sido preparados para el mag- netismo, famoso por ser el principal adversario de la exactitud relojera, ya que imanta las partes para, inclusive, hacer que el conjunto deje de funcionar. Ese enemigo, antes atacado con ca- jas antimagnéticas, hoy se combate más con los nuevos materia- les como el silicio. Y qué decir del desgaste natural ocasionado por la fricción, que ha llevado a desarrollar lo más impercep- tible de la relojería: la lubricación, que consiste en gotas con
las que la velocidad constante de un reloj puede hacer trabajar el todo y sus partes.
Así, podemos comprobar que los relojeros de nuestro tiempo no dejan de avanzar en el com- bate a las amenazas naturales: presión, temperatura, resisten- cia, comportamiento de mate- riales; todo ello para llegar a do- minar los mares, la tierra y los vuelos, e incluso a la oscuridad natural, a la cual se imponen los materiales luminiscentes para auxiliar a la vista cuando oscure- ce. Qué decir de los materiales
tradicionales, que no permitían crear las resistencias requeridas para lograr récords de resistencia. O sobre las partes que luchan contra impactos continuos, donde la gravedad del golpe puede deshacerlas o sacarlas de sus ejes; hoy son cada día más fiables gracias a la inventiva para hacerlas más resistentes y exactas. O lo sencillo de un compuesto para una correa de caucho o elas- tómero, que no moleste con la humedad al portador del reloj.
Hoy en día, hablar de un reloj resistente a 300 metros, o de un escape de silicio, o qué tal de un reloj con hasta cuatro tou- rbillones, o de materiales garantizados para resistir y resistir, o sobre certificados de cronometría cada día más exigentes, nos confirma que todo lo relativo al reloj está cada día mejor he- cho, en virtud de nuevas soluciones y tecnología que llevan a la mecánica relojera a ser un arte, desarrollado con las mejores técnicas para un trabajo perpetuo. Así que ¡gracias naturaleza! por presentar tantos retos que hoy nos conceden los mejores relojes que la humanidad ha podido desarrollar...
Manuel Mejía
Special Report
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