La relojería es inmensa sí, pero definitivamente hay relojes que todo coleccionista debe tener. Todos ellos obedecen a razones históricas. A esos clásicos que incluso superan el reconocimiento popular de la propia marca.
Nota: el artículo se enfoca en relojes Swiss Made, por lo que por mucho que respetemos las maravillas de Seiko, A. Lange & Söhne y demás.
Calatrava de Patek Philippe
La manufactura ginebrina permanece independiente y es la única en su tipo y tamaño en contar con gestión familiar. Patek Philippe nació en 1839 bajo el nombre Czapek & Cie, fundada por Antoine Norbert de Patek y François Czapek. Sin embargo, un relojero maestro se sumó en 1844, Jean-Adrien Philippe quien, junto con Antoine, sentó las bases de una relojería de excelencia. Su misión: desarrollar los mejores relojes del mundo. Basándose en este principio, no hay Patek que privilegie la forma sobre la función, sus torbellinos se esconden debajo de la carátula a fin de que los rayos UV no alteren la viscosidad de los aceites, mientras que los repetidores son escuchados y aprobados uno a uno por los mismos propietarios de la marca, en este caso por el Presidente y CEO de la Maison, Thierry Stern.
La historia de Calatrava
Entrados en los años 30 del siglo pasado, el apellido Stern se adiciona a la Casa debido a que los propietarios de aquel entonces se vieron golpeados de manera financiera. Jean Stern y Charles Stern encabezaron la cedida de la estafeta responsabilizándose de expandir dicho negocio. Los Stern desarrollaban carátulas para Patek y para el resto de la industria. Y tomaron su expertise corporativo como ejemplo para resguardar el patrimonio de la Casa, invertir firmemente y sanear las finanzas de Patek Philippe. Todo ello trajo consigo el nacimiento del emblemático Calatrava, cuya primer referencia (ref.96) se presentó en 1932.
Aunado a ello, poseer un Calatrava, la colección más clásica y representativa de la marca, no la más exitosa de manera comercial (Nautilus). Contar con un repetidor de minutos de Patek Philippe es simplemente un paso que todo coleccionista a nivel internacional defenderá como un must-have. Sin duda uno de los relojes que todo coleccionista debe tener.
Day-Date de Rolex
Existen un sinnúmero de piezas emblemáticas en la Casa ginebrina y algunos coleccionistas preferirán un Daytona o un Submariner. Sin embargo, seleccionamos el famoso reloj presidencial por su historia, legitimidad y por representar el carácter y la elegancia de poseer un Rolex.
Rolex Day-Date nació en 1956, tres años después que Submariner. Todo con base en la necesidad de mostrar el día de la semana y la fecha del calendario. Si bien Rolex jamás ha buscado ser una marca que ofrezca complicaciones de gran talante como sonerías y tourbillones.
Sí es la principal firma relojera en términos de reconocimiento, valor y ganancias de manera anual. Su construcción obedece a los mejores criterios y estándares de calidad que pueden existir dentro de la industria, mientras que su servicio postventa es de ensueño. La misión de Hans Wilsdorf, fundador, fue básica: no ser los primeros, pero sí los mejores. Y con salvedad de ejemplos como Patek Philippe y un par de Manufacturas que están en la cima de la relojería, lo son.
El Primero de Zenith
Se trató del desarrollo del primer calibre de cronógrafo automático totalmente integrado a alta frecuencia, ni más ni menos El Primero. Dichas cartas erigieron la horología de Zenith en uno de los años de mayor innovación para la historia 1969. Ejemplo: Concorde realiza su primer vuelo, el hombre llega a la Luna y Mary Quant rompe con los paradigmas de la moda al popularizar el uso de la minifalda.
Si bien El Primero estuvo a punto de perderse, su valor en la historia fue resguardado por Charles Vermot. Un relojero de la manufactura que, durante la década de los 70, resguardó los planos de su construcción para poderlo utilizar tras la crisis del cuarzo. El Primero de Zenith es empleado en diferentes complicaciones de la Casa, pero si deseas un estilo conservador, un Chronomaster será la mejor opción.
Monaco de TAG Heuer
TAG Heuer Monaco nació en 1969, esta pieza fue desarrollada de manera simultánea a los rumores que apuntaban al nacimiento de El Primero. TAG Heuer puso manos a la obra y trató por todos los medios de plantear nuevos modelos a partir del éxito de su cronógrafo Carrera (1963).
Si bien éste, Carrera, bien pudiera figurar en nuestra lista. No fue el modelo protagonista de la cinta Le Mans de 1971 inmortalizada por Steve McQueen, ni el preferido de Ayrton Senna. En los 60, Jack Heuer comandaba la firma Heuer Chronographs y se puso a trabajar logrando una sinergia que luego detonaría en el Calibre 11. Para ello sumó esfuerzos con la extinta Buren (desarrolladora de movimientos base ultra-planos), Dubois Depraz, especialista en generación de módulos para cronógrafo y calendario, además de sumar a Breitling. El código de la ejecución fue conocido como Projecto 99. Y determinó el nacimiento del primer cronógrafo automático con caja cuadrada y 42 horas de autonomía.
Reverso de Jaeger-LeCoultre
Fue allá por los años 30, tiempos gloriosos en los que se utilizaba el reloj para conocer la hora y la fecha. Esos instantes que se acumulan para contar una historia. De las que dentro de la relojería existen muy pocas capaces de equipararse a la del Reverso de Jaeger-LeCoultre. Un must-have relojero sin discusión. Cuya principal particularidad es el nivel de personalización de la pieza, un valor lúdico aunado a una estética art-déco atemporal y totalmente legendaria que parte de una necesidad: la protección de la carátula y cristal de la pieza durante los juegos de polo. Un deporte que corre por la sangre de Jaeger-LeCoultre.
La historia de Reverso
René-Alfred Chauvot, el 4 de mayo de 1931, acudió al Instituto Nacional de la Propiedad de París. Pero todo comenzó a partir de un desafío. Durante un viaje a la India, el coleccionista y empresario suizo César Trey, asistió a un partido de polo entre oficiales británicos. Uno de ellos rompió el cristal de su reloj y retó a César a desarrollar una pieza que resistiera la rudeza de este deporte. Mr. Trey buscó entonces a su amigo Jacques-David LeCoultre y él, por su parte, solicitó a Chauvot una solución práctica, que consiste en deslizar la caja y voltearla para finalmente cubrir la carátula con el fondo de la misma, el cual además puede ser personalizado.
Hoy, el Reverso Classique se vende bajo las mismas especificaciones del original: 38 mm de largo por 24 de anchura y 6 mm de perfil, al tiempo que marca las horas y minutos. Fue hasta 1934 que se introdujo el segundero pequeño en punto de las 6 horas. Pocos lo saben, pero entre diciembre de 1931 y abril de 1932, ocho Reversos (cuatro en oro blanco y cuatro en oro amarillo) fueron manufacturados y vendidos bajo la referencia 106 de Patek Philippe, debido a que la manufactura de Ginebra adquiría ébauches de La Grande Maison comandada por Jacques-David LeCoultre. Cartier ostenta una historia similar debido a su relación con Edmond Jaeger, el cual había encomendado a LeCoultre realizar los calibres de la Maison.
Royal Oak de Audemars Piguet
Gérald Genta ya había trabajado como diseñador de diferentes relojes y brazaletes. Por ello decidió crear su marca bajo y la nombró así. Sin embargo fue el CEO de Audemars Piguet quien solicitó la creación de un diseño de reloj que conjuntara la elegancia con la deportividad, básicamente un trabajo difícil de lograr, pero no imposible.
Basándose en códigos fundamentales que le marcaron durante su carrera. Genta presentó un reloj con bisel robusto y octagonal que mostraba los tornillos (8) en lugar de esconderlos, una propuesta diferente de acabados para el metal con pulidos y satinados a una caja y brazalete de acero. Este material era impensable para la relojería de aquel entonces, es por ello que hoy las piezas de Alta Relojería de la época construidas en acero son tan apreciadas.
Fue en 1972 cuando Royal Oak se presentó al mundo. Si bien no fue un éxito inmediato para los distribuidores, sí para la clientela que hoy lo erige como el más reconocible dentro del increíble portafolio de AP. Tras dicho éxito y en los años 90 (1993), la firma lanzó el Offshore, que se basa en los códigos que impuso el genial Genta.
Santos de Cartier
Si bien la historia de la relojería concede a Patek Philippe el invento del primer reloj de pulsera en 1868. Con la excepción de un instrumento dado décadas antes para la Reina de Nápoles por parte de Abraham-Louis Breguet. Cartier fue el que puso un reloj funcional en la muñeca de un hombre. Vaya héroe, se trata de Alberto Santos Dumont.
El aviador brasileño acudió al restaurante Maxim´s de París, en donde se habría quejado por vez primera del reloj que portaba con Louis Cartier, amigo suyo. Su instrumento de precisión era de bolsillo, y liberarlo de este sitio demandaba tiempo y atención vitales para la práctica de aviador. En ese tiempo ya existían los relojes de pulso, pero eran portados por mujeres, no había tampoco un reloj para aviador, por lo que Louis puso manos a la obra y surgió este clásico. El reloj original destinado a Alberto Santos Dumont lucía una construcción en caja de oro amarillo con correa de piel de becerro color café. El Santos original se ha perdido en la historia.
Años más tarde surgiría el primer reloj Santos en ser producido en acero, 1924. La producción de estos relojes se popularizó e inició la venta a gran escala gracias a la cooperación de Edmond Jaeger y sus calibres. Los requerimientos de la milicia durante la Segunda Guerra Mundial hicieron freno a la solicitud de relojes cuadrados, solicitando más piezas de construcción redonda para la caja.
Sistem51 de Swatch
El más nuevo de los relojes que todo coleccionista debe tener, pero también el más accesible. Y aquí nos preparamos para aquellos amigos lectores a los que el incluir un reloj de plástico les produce rabia. Quizá quienes critican que una pieza como esta forme parte de la lista no saben que entre 1970 y 1990, el cuarzo era amo y señor de las máquinas relojeras. Fenómeno que estuvo a punto de sepultar la relojería de arte que hoy en día consideramos como magistral.
Swatch Group nace en 1983, producto de la unión entre ASUAG y SSIH, con la finalidad de presentar un reloj de cuarzo accesible y altamente personalizable. Todo ello con la finalidad de competir con Seiko, Citizen, Bulova y otros rivales de la época. Sin Swatch la historia hubiese sido otra, pues la misión de la firma también se cimentó en dar a conocer los pilares del Swiss Made.
En el año 2013, 30 décadas después de su nacimiento, se presentó el Sistem51. Una pieza hecha de plástico, a fin de brindar accesibilidad a la relojería automática. Sistem51 posee –apenas– 51 componentes, como el primer reloj Swatch de la historia (pero de cuarzo).
Su innovación dio en el clavo, pues se trata de un movimiento mecánico que lo hace todo posible. Es decir: es un calibre modular que entrega una reserva de marcha de hasta 90 horas, incorpora 17 patentes, se ajusta a un único tornillo central, cuenta con un total de 19 rubíes. Además es 100% Swiss Made. Hoy es base de calibres mecánicos de gran talante y de múltiples soluciones dentro de la relojería tradicional artística.
Speedmaster de Omega
El Speedmaster fue introducido en 1957 como cronógrafo enfocado para el deporte motor. Se trata del primer crono de pulsera para pilotos profesionales, y con la introducción de sus mecanismos confiables y sofisticados. También se ganó ser utilizado como instrumento de precisión para los Juegos Olímpicos. Pero sí, fue un Speedmaster el que llegó a la Luna tras ganar una épica batalla de criterios impuestos por la NASA, demostrando que su calidad es a prueba de todo.
La subcultura del Speedmaster es –quizá– del mismo tamaño que la marca. Siendo un modelo que ha generado clubes de coleccionistas por doquier, por lo que bien podría formar parte de un top 5, y no top 10 de relojes que todo coleccionista debe tener. En un inicio, el célebre calibre 321 daría vida a las referencias primeras de la marca, como es el caso del modelo original de 1957.
Calibre 321
Este motor fue producto de la invención de Albert Piguet de la extinta, o transformada Lémania, adquirida en la década de los 40 por la SSIH, propietaria de OMEGA y que diera vida al portafolio de marcas que hoy conocemos como Grupo Swatch a mediados de los ochenta.
Speedmaster, el nombre, responde a los modelos previos de la marca como el Railmaster y el Seamaster. Pero tratándose de un cronógrafo de precisión automotriz debió contar con una escala taquimétrica graduada en el bisel, primicia para los relojes de su tiempo.
De Speedmaster hay muchos, no se ha ajustado únicamente a relojes de remonte manual, automáticos ni de cuarzo, sino que ha sido incluyente con los cambios y necesidades tecnológicas desde sus orígenes.
Un tourbillon de Breguet
El tourbillon es la complicación más citada por los amantes de la Alta Relojería siendo inventado por Abraham-Louis Breguet, el mejor relojero de la historia. Sin embargo fue patentado el 26 de junio de 1801.
Con este desarrollo Breguet cambiaría el rumbo de la relojería para siempre con un dispositivo al que nombró: tourbillon. Torbellino, gracias a que su ingeniosa construcción sugería anular los efectos negativos de la gravedad sobre el órgano regulador de los relojes mecánicos.
En aquel momento la relojería de bolsillo era lo único conocido, y si bien el mismo Breguet presentó el primer reloj de pulso para dama en 1812, Reina de Nápoles. La horología en general acusaba un problema de precisión ligado a la fuerza gravitatoria. Esencialmente un dispositivo mecánico de relojería que incorpora al órgano regulador junto con el escape dentro de una jaula y lo hace rotar en una o más direcciones y velocidades.
El tourbillon fue pensado y creado por Abraham-Louis Breguet en 1795 y patentado en 1801, es conocido como tourbillon de 60 segundos. Con lo cual el dispositivo rotará sobre su eje a 90 grados a manera de una revolución completa por minuto. Con ello, la fuerza gravitacional de la Tierra no incide con su atracción en la espiral y los componentes esenciales para garantizar la precisión de la pieza.
Cualquier coleccionista que desee subirse al grado de poseedor de torbellinos, deberá primero –por obvias razones– adoptar su primero de Breguet.