Los museos horlógicos y aquellos que se maravillan con las obras maestras mecánicas poseen instrumentos autómatas de Pierre Jaquet Droz, uno de los relojeros más virtuosos de todos los tiempos, que fundó su primer atelier en 1738 (a la edad de 17), siendo el segundo taller más antiguo en la historia de la relojería suiza, pero que además tuvo como misión replicar el comportamiento de animales y humanoides gracias a diferentes aparejos inspirados en engranes y máquinas del tiempo.
Vivió en París, Londres y Ginebra, desarrollando los autómatas más sorprendentes a fin de ofertarlos a las clases altas de Gran Bretaña, China y la India, además de la sociedad europea. Asimismo, su creatividad continúa impulsando los límites de la horología y a los artistas que laboran en las modernas instalaciones que llevan su nombre, y que se ubican en el Cantón de Neuchâtel, La Chaux -de- Fonds.
Pierre fue proveedor de los imperios: Británico, Chino, Indio, Japonés y de los reyes de la Europa de aquel entonces, lo que hoy nos lleva a Baselworld para recuperar su origen de creación, pero también la internacionalización de las piezas que hoy portan sus apellidos.
Entrando un poquito en la historia del famosísimo y prestigioso Charming Bird, que representa el punto más alto de la creatividad de Jaquet Droz, gracias a sus diversos aparejos ubicados en jaulas y, propuestos en mecanismos de «pistolas» que al accionarlas proponían al ave fuera del cañón para comenzar su canto.
Hoy en día se han construido referencias contemporáneas –miniaturización– del sueño relojero de Pierre, mudar este dispositivo a la muñeca, luego de desarrollar un movimiento manufactura calibre 615 de remonte automático que carga gracias a una masa oscilante de platino, un solo barrilete y espiral de silicio, además de emplear cristales de zafiro específicos para la complicación «singing bird», un tipo de sonería a demanda mediante un monousher que detonará el canto del ave con diferentes tonalidades e intensidades del mismo. Meramente lúdico, esto sucede gracias a un sistema de «pistones de aire» que toma energía del barrilete y en diferentes segmentos, lo cual es el principio de todo instrumento autómata construido de manera mecánica.
Ubicado en caja de oro blanco de 47 mm de diámetro, proporciona la información de las horas y minutos mediante una carátula en punto de las 12, mientras que «el vuelo» del pájaro cantor tridimensional se sitúa a las 6 horas. Esto es posible gracias a un cristal de zafiro completamente abombado en forma de media esfera. Ahora bien, el ave es desarrollada en el atelier y para completarla son necesarias veinte horas de intenso trabajo.
Finalmente destacamos que la exclusividad de la pieza responde a la perfección a la que Pierre hubiera deseado para este tipo de dispositivos artísticos, inspirados gracias al corazón.