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ON FIRE
VUELVE
LA AVENTURA
El Ranger está rodeado de una mística que vale la pena recordar ahora que Tudor lo ha relanzado en una afortunada versión de 39 mm en acero inoxidable. Por ejemplo, aunque el primer modelo llamado Ranger apareció en la década de 1960, Hans Wilsdorf, el fundador de Rolex y Tudor, registró el nombre desde 1929. Además, sus raíces se remontan a los 30 relojes Oyster Prince que acompañaron a la
British North Greenland Expedition hace justo 70 años. En esa expedición, un grupo de científicos y militares permaneció dos años en Groenlandia para realizar estudios glaciológicos, meteorológicos y sísmicos, entre otros, a temperaturas de hasta -66 oC. Fue en sus muñecas que el Oyster Prince adquirió una reputación notable por su robustez. Y el Ranger es su heredero.
El nuevo Ranger respeta la estética de reloj herramienta del original. Los grandes números 12, 3, 6 y 9 y los marcadores de las horas, tienen un revestimiento luminiscente beige que contrasta con el granulado negro mate de la carátula y combina
con el logotipo de Tudor. Las manecillas de las horas y los minutos conservan la forma de flecha, pero
la novedad es que la punta del segundero es de color burdeos. La caja y el brazalete tienen un acabado satinado, aunque ciertos elementos se pulen para reforzar las líneas.
Lo que más ha cambiado está
en su interior. Su calibre MT502 es un movimiento automático con
70 horas de reserva de marcha y certificado COSC. Cuenta con una espiral de silicio que garantiza resistencia a los campos magnéticos y presenta una variación de apenas -2 a +4 segundos diarios. Otra
señal de modernidad es que está disponible con tres opciones de correa. Una es de tejido Jacquard verde oliva con dos bandas rojas
y una beige. Otra es de caucho y cuero negro tipo tejido con costuras beige. También se puede elegir un brazalete de acero con el sistema T-fit de ajuste rápido, que permite aumentar la longitud total hasta
8 milímetros.
Alberto Gutiérrez
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