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 Special Report
 La evolución
Hde un Gran Clásico
24 WATCHES WORLD
ablar de TAG Heuer es hablar del líder indiscutible de los cronógrafos de alta gama. Pruebas que sustentan lo anterior sobran: el Mikrograph, primer contador deportivo con una precisión a la centésima de segundo, creado en 1916; el Calibre 360, ganador del Gran Premio de Relojería de Ginebra y primer cronógrafo mecánico de pulsera con un latido de 360,000 a/h; o el Autavia, el primer contador de salpicadero de 12 h para el automovilismo y la aviación. No obstante, es la mítica colección Carrera, creada por el legendario Jack Heuer en 1964 para la “Carrera Panamericana de México”, la que catapultó a la marca a niveles insospechados.
Hoy son siete los cronógrafos mecánicos que integran el elenco TAG Heuer: los Calibres 11 y 12 desarrollados con Dubois-Depraz, los Calibres 16 y 17 de ETA, el Calibre 36 desarrollado con Zenith, el Calibre 360 y el nuevo Calibre 1887.
Fiel a su espíritu
En el desarrollo del Calibre 1887 -que fue presentado en el Centro Tecnológico McLaren en diciembre del 2009-, se invirtieron casi tres años. El resultado: un movimiento cronógrafo automático con una fiabilidad y sofisticación soberbias. Hoy, este potente “motor” del siglo XXI ve la luz comercialmente hablando dentro de un cronógrafo Carrera totalmente nuevo, con un diseño y prestaciones simplemente espectaculares. El nuevo integrante de la familia Carrera, muestra una evolución del icono de los sesenta. En su diseño se ha enfatizado el minimalismo, la pureza, la legibilidad y la discreta elegancia del original. Este “Gran Clásico”, reinventado para celebrar el 150 aniversario de TAG Heuer, es fiel en diseño y espíritu, pero su “motor” es radicalmente nuevo. Los componentes clave del movimiento (platina base, masa oscilante y puentes), así como la caja del Cronógrafo Carrera 1887, se elaboran en la fábrica Cortech de TAG Heuer en Cornol (Jura). Es un taller de última generación, “todo bajo un mismo techo”, equipado con máquinas y robots suizos capaces de estampar, fresar y acabar con la precisión de una micra. En estas instalaciones también se encuentra el primer robot suizo de la historia apto para seleccionar y engastar automáticamente los 39 rubíes del movimiento del Calibre 1887.



























































































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