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El legendario calendario alcanza nuevas alturas: IWC Big Pilot´s Watch Perpetual Calendar
Cada cuatro años podemos hablar de la funcionalidad de un calendario perpetuo llevada a la práctica, es decir, saber discernir entre el 28 y
29 de febrero. Sin embargo, un perpetuo es ideal para cualquier ocasión debido a la practicidad que entrega: básicamente no tener que realizar modificación alguna durante el tiempo que se tenga la pieza. Siempre y cuando tenga cuerda, claro está...
IWC, Kurt Klaus y
la revolución del calendario perpetuo
La década de los 70 fue una época en la que la industria relojera suiza atravesaba por su mayor crisis: la del cuarzo. Este tipo de relojes eran más precisos, más fáciles de fabricar y mucho menos costosos; se produ- cían en grandes cantidades en Japón y alcanzaron el éxito a nivel mun- dial. Si la relojería tradicional quería superar este momento de coyuntu- ra, debía contraatacar con ingenio y respeto por la mecánica
relojera centenaria.
A finales de los años 70, Klauss recibió la instrucción de la dirección ejecutiva, conformada por Günter Blümlein y Hannes Pantli, de reali- zar complicaciones en relojes de pulsera, por lo que decidió fabricar un calendario perpetuo diferente, original y que estuviera un paso adelante de todo lo conocido en el mercado. En aquel entonces, los calendarios tendían a integrarse en un movimiento en particular, pero Klaus quería diseñar un módulo separado que pudiera incorporar a diferentes movi- mientos base, respetando el espíritu Florentine Ariosto Jones, fundador de la Maison.
Una idea y dos pilares:
ajustable desde la corona y producción en serie
Esta combinación no es, para nada, sencilla, y mucho menos lo era para la tecnología de la época, ya que las pruebas se realizaban de manera diferente, es decir, no existían modelajes de computadora para acelerar el proceso; lo único con lo que contaba Klaus era con su ingenio, lápiz, papel y matemáticas. Y todo ello debía adaptarse a las máquinas existen- tes utilizadas para la fabricación de los calibres.
Técnicamente, ¿cómo lo hizo?
Durante su época como Jefe de Relojería en IWC, Kurt Klaus tradujo el calendario gregoriano, con todas sus irregularidades, a un programa me- cánico para un reloj de pulsera que seguirá funcionando a la perfección hasta 2499, de hecho sin correcciones. Ingeniosamente simple, y con tan solo 81 componentes, la resolución de esta complicación encumbró a la marca gracias al éxito tanto comercial como de la industria en general. Había nacido el calendario perfecto.
La idea era utilizar el mecanismo de fecha integrado en el movimiento base. Un solo impulso de conmutación durante la noche activaría una cadena de engranajes y adelantaría las visualizaciones de la fecha, el día
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